El movimiento obrero ha irrumpido, la burocracia pierde terreno y miles de luchadores son el motor que impulsa la pelea. El argentinazo abrió la compuerta de una oportunidad histórica: que madure un recambio de dirección en el movimiento obrero. Y la lucha del Subte subió la apuesta: coloca el debate de qué modelo sindical debemos construir.
La lucha de Kraft y luego la del Subte han conmocionado al país entero porque demostraron la tremenda fuerza que tiene el movimiento obrero cuando irrumpe y gana el centro de la escena. Son luchas testigo en dos sentidos diferentes y complementarios. Kraft, fue la punta de un iceberg de centenares de conflictos obreros y populares en todo el país, demostrando que los trabajadores no queremos pagar la crisis. Y que en esas luchas, el motor fundamental son los nuevos activistas, que repudian a la burocracia, se autoconvocan, eligen nuevos referentes, señal que está madurando desde abajo una nueva dirección sindical en el movimiento obrero. Pero ahora la lucha del subte ha colocado un debate superior, estratégico, que no es ni más ni menos que el programa para que se desarrolle esa nueva dirección que empieza a surgir: ha puesto en la picota el viejo modelo sindical estatista, verticalista y monolítico del PJ y la vieja burocracia sindical. Hoy son miles los que debaten alrededor de la necesidad de cambiar el viejo modelo. Cuestión que durante años impulsamos y sembramos desde nuestra corriente, coincidiendo con muchos activistas independientes, casi en soledad con relación a los agrupamientos que actúan al interior del movimiento obrero.
Moyano y los Gordos al borde de un ataque de nervios
El simple pedido de inscripción gremial del nuevo sindicato del Subte pateó el tablero. Algo que está incluso contemplado en la reaccionaria Ley de Asociaciones sindicales vigente, motivó la cerrada negativa del gobierno y una reacción violenta de la vieja burocracia de la CGT en todas sus facciones. Al cuestionar el unicato de la UTA y ante el peligro que cunda el ejemplo en otros sectores, Moyano y los Gordos se enardecieron y, más allá de sus peleas, se unieron en una furibunda “solidaridad de casta”. “No jodan, este modelo le dio resultado al país”, espetó Belén, de la UOM, segundo de la CGT. Y, admitiendo lo nuevo que surge desde abajo, lanzó su ya famosa diatriba contra la “zurda loca”, argumento ratificado luego por el “gordo” Lescano.
La burocracia no quiere que se abra una compuerta que pueda minar la base de sus privilegios. Y el gobierno también defiende ese modelo porque es uno de los pilares, junto al bipartidismo y las FFAA, del viejo régimen burgués.
El subte cuestiona los tres pilares del viejo modelo
La lucha del Subte hace temblar los cimientos sobre los que se ha construido ese viejo modelo sindical, esa nefasta cultura que como un cáncer metieron en las filas de los trabajadores durante más de 50 años. Tres pilares que han obrado como un triángulo de las bermudas amordazando toda voluntad de autodeterminación y decisión independiente de los trabajadores.
El subte cuestiona el primer pilar, ese que dice que el estado regimenta la vida de los trabajadores. Ya que mediante leyes y estatutos proscriptivos han transformado los sindicatos en sucursales del Ministerio de Trabajo y agencias de las oficinas de personal de las empresas. A eso el subte, al reclamar el reconocimiento del nuevo sindicato, responde con una decisión firme y unánime: los trabajadores nos organizamos como decidimos nosotros.
El subte cuestiona el segundo pilar del viejo modelo: el verticalismo. Donde deciden los dirigentes a espaldas de la base. Esa verdadera dictadura de los “cuerpos orgánicos” donde los trabajadores son convidados de piedra. En el subte decide la asamblea, se vota, hay plebiscitos, se consulta a todos los compañeros, por eso se pudo luchar y lograron las conquistas que tienen y por eso la fuerza que tiene ahora esta pelea por el nuevo sindicato, donde hasta el último trabajador se siente parte porque la decidió con su voto.
Y también cuestiona el tercer pilar, el del modelo monolítico, de pensamiento único. El viejo lema de “los sindicatos son de Perón”, son la “rama sindical” del viejo PJ. Donde el que piensa distinto no tiene cabida. Donde imponen compulsivamente el imperio de la lista completa que nunca integra la diversidad de corrientes de opinión. En el Cuerpo de Delegados del Subte, conviven distintas expresiones, con mucha discusión hacia adentro, pero golpeando como un solo puño, con la mayor unidad para enfrentar a la UTA, la patota, la patronal y al gobierno.
¿La CTA plantea un modelo distinto?
Con los dirigentes de la CTA compartimos un aspecto de la libertad sindical que hace a su justo reclamo de personería y también su posición a favor del reconocimiento del sindicato del subte cuestión en la cual debemos lograr la mayor unidad en la acción.
Pero tenemos profundas diferencias a la hora de discutir el modelo alternativo que hace falta. Al interior de sus gremios como la CTERA y ATE, como lo viven cotidianamente docentes y estatales, es notoria la falta de democracia sindical; que tiene su correlato en los estatutos proscriptivos de esos gremios y la propia Central. En su declamada autonomía que no es tal a la hora de apoyar iniciativas de los K. Y en el aislamiento al que sus dirigentes someten las tremendas peleas que se libran desde abajo en los gremios del estado que son los que más han luchado en los últimos años. Allí manda el plenario de secretarios generales por sobre la asamblea y no hay ninguna integración proporcional de las distintas expresiones en los organismos de conducción, por citar sólo algunos palmarios ejemplos. Por ello la CTA no levanta la derogación lisa y llana de la Ley de Asociaciones sindicales y solamente está por reformar algunos de sus puntos.
Un debate entre los luchadores y la izquierda: qué modelo construir
En la medida que desde la izquierda y otras corrientes de lucha se le fue ganando terreno a la burocracia y recuperando comisiones internas y hasta seccionales de sindicatos, surgieron diferencias en cuanto al modelo sindical a aplicar en esas nuevas conducciones y muchas no pasaron la prueba porque reprodujeron acentuadamente prácticas burocráticas del viejo modelo. Lo cual llevó a un aislamiento del activismo y la base y a que la burocracia, pese a su desprestigio, recupere posiciones.
En ese sentido podemos citar los casos de la Bordó de ferroviarios, orientada por el Pollo Sobrero y militantes de IS y las seccionales de SUTEBA de Lomas, Sarmiento y La Plata donde el PO tenía mayoría en sus conducciones. Casi como un calco, fueron imitando varios de los “pilares” del modelo burocrático. Desnaturalizando las asambleas que en lugar de ámbito de discusión y decisión democrática se transformaron en una vía para “bajar línea”. Negándose a que los cuerpos de delegados funcionen con mandato genuino de sector. E imponiendo en la confección de las listas y en el funcionamiento de los organismos recuperados un criterio de pensamiento único, dividiendo y negándose a la integración de quienes opinan distinto.
Más recientemente, en Kraft, la división de la interna por responsabilidad del PCR/CCC y el PTS, debilitó a los trabajadores que venían de una dura lucha, frente a la patronal. Asimismo el PTS, como lo hizo sistemática-mente en otras luchas que fueron a la derrota, además de reiterar su rol divisionista, privilegió durante la lucha de Kraft las decisiones solamente de un pequeño sector del activo de la fábrica, despreciando la importancia que tiene que decida siempre el conjunto de los trabajadores y no sólo los sectores más avanzados.
Combatir esas tendencias burocráticas que la presión del viejo modelo desarrolla al interior de los organismos recuperados es fundamental a la hora de impulsar correctamente el proceso de nueva dirección y que no surja una nueva burocracia. Es la pelea que se está dando en el Subte. Y por lo que hoy, a diferencia de los procesos anteriores, se ha mantenido como conquista de los trabajadores y es claramente una referencia para el conjunto. A diferencia de la CTA y, en otro plano, de la política que impulsan esos otros sectores de izquierda, que no pueden ser alternativa al modelo de la CGT. Desde el MST estamos por un modelo sindical distinto como el que se encarna desde el Subte. Por ello estamos orgullosos de la pelea que da Néstor Segovia y los luchadores que se juegan en la calle y los túneles. Hoy tenemos que redoblar los esfuerzos apoyando la lucha del subte para que se gane y se legalice su sindicato ya que sería un primer gran paso por la positiva en la dirección de reemplazar al viejo modelo por uno democrático donde los trabajadores realmente decidan.
El simple pedido de inscripción gremial del nuevo sindicato del Subte pateó el tablero. Algo que está incluso contemplado en la reaccionaria Ley de Asociaciones sindicales vigente, motivó la cerrada negativa del gobierno y una reacción violenta de la vieja burocracia de la CGT en todas sus facciones. Al cuestionar el unicato de la UTA y ante el peligro que cunda el ejemplo en otros sectores, Moyano y los Gordos se enardecieron y, más allá de sus peleas, se unieron en una furibunda “solidaridad de casta”. “No jodan, este modelo le dio resultado al país”, espetó Belén, de la UOM, segundo de la CGT. Y, admitiendo lo nuevo que surge desde abajo, lanzó su ya famosa diatriba contra la “zurda loca”, argumento ratificado luego por el “gordo” Lescano.
La burocracia no quiere que se abra una compuerta que pueda minar la base de sus privilegios. Y el gobierno también defiende ese modelo porque es uno de los pilares, junto al bipartidismo y las FFAA, del viejo régimen burgués.
El subte cuestiona los tres pilares del viejo modelo
La lucha del Subte hace temblar los cimientos sobre los que se ha construido ese viejo modelo sindical, esa nefasta cultura que como un cáncer metieron en las filas de los trabajadores durante más de 50 años. Tres pilares que han obrado como un triángulo de las bermudas amordazando toda voluntad de autodeterminación y decisión independiente de los trabajadores.
El subte cuestiona el primer pilar, ese que dice que el estado regimenta la vida de los trabajadores. Ya que mediante leyes y estatutos proscriptivos han transformado los sindicatos en sucursales del Ministerio de Trabajo y agencias de las oficinas de personal de las empresas. A eso el subte, al reclamar el reconocimiento del nuevo sindicato, responde con una decisión firme y unánime: los trabajadores nos organizamos como decidimos nosotros.
El subte cuestiona el segundo pilar del viejo modelo: el verticalismo. Donde deciden los dirigentes a espaldas de la base. Esa verdadera dictadura de los “cuerpos orgánicos” donde los trabajadores son convidados de piedra. En el subte decide la asamblea, se vota, hay plebiscitos, se consulta a todos los compañeros, por eso se pudo luchar y lograron las conquistas que tienen y por eso la fuerza que tiene ahora esta pelea por el nuevo sindicato, donde hasta el último trabajador se siente parte porque la decidió con su voto.
Y también cuestiona el tercer pilar, el del modelo monolítico, de pensamiento único. El viejo lema de “los sindicatos son de Perón”, son la “rama sindical” del viejo PJ. Donde el que piensa distinto no tiene cabida. Donde imponen compulsivamente el imperio de la lista completa que nunca integra la diversidad de corrientes de opinión. En el Cuerpo de Delegados del Subte, conviven distintas expresiones, con mucha discusión hacia adentro, pero golpeando como un solo puño, con la mayor unidad para enfrentar a la UTA, la patota, la patronal y al gobierno.
¿La CTA plantea un modelo distinto?
Con los dirigentes de la CTA compartimos un aspecto de la libertad sindical que hace a su justo reclamo de personería y también su posición a favor del reconocimiento del sindicato del subte cuestión en la cual debemos lograr la mayor unidad en la acción.
Pero tenemos profundas diferencias a la hora de discutir el modelo alternativo que hace falta. Al interior de sus gremios como la CTERA y ATE, como lo viven cotidianamente docentes y estatales, es notoria la falta de democracia sindical; que tiene su correlato en los estatutos proscriptivos de esos gremios y la propia Central. En su declamada autonomía que no es tal a la hora de apoyar iniciativas de los K. Y en el aislamiento al que sus dirigentes someten las tremendas peleas que se libran desde abajo en los gremios del estado que son los que más han luchado en los últimos años. Allí manda el plenario de secretarios generales por sobre la asamblea y no hay ninguna integración proporcional de las distintas expresiones en los organismos de conducción, por citar sólo algunos palmarios ejemplos. Por ello la CTA no levanta la derogación lisa y llana de la Ley de Asociaciones sindicales y solamente está por reformar algunos de sus puntos.
Un debate entre los luchadores y la izquierda: qué modelo construir
En la medida que desde la izquierda y otras corrientes de lucha se le fue ganando terreno a la burocracia y recuperando comisiones internas y hasta seccionales de sindicatos, surgieron diferencias en cuanto al modelo sindical a aplicar en esas nuevas conducciones y muchas no pasaron la prueba porque reprodujeron acentuadamente prácticas burocráticas del viejo modelo. Lo cual llevó a un aislamiento del activismo y la base y a que la burocracia, pese a su desprestigio, recupere posiciones.
En ese sentido podemos citar los casos de la Bordó de ferroviarios, orientada por el Pollo Sobrero y militantes de IS y las seccionales de SUTEBA de Lomas, Sarmiento y La Plata donde el PO tenía mayoría en sus conducciones. Casi como un calco, fueron imitando varios de los “pilares” del modelo burocrático. Desnaturalizando las asambleas que en lugar de ámbito de discusión y decisión democrática se transformaron en una vía para “bajar línea”. Negándose a que los cuerpos de delegados funcionen con mandato genuino de sector. E imponiendo en la confección de las listas y en el funcionamiento de los organismos recuperados un criterio de pensamiento único, dividiendo y negándose a la integración de quienes opinan distinto.
Más recientemente, en Kraft, la división de la interna por responsabilidad del PCR/CCC y el PTS, debilitó a los trabajadores que venían de una dura lucha, frente a la patronal. Asimismo el PTS, como lo hizo sistemática-mente en otras luchas que fueron a la derrota, además de reiterar su rol divisionista, privilegió durante la lucha de Kraft las decisiones solamente de un pequeño sector del activo de la fábrica, despreciando la importancia que tiene que decida siempre el conjunto de los trabajadores y no sólo los sectores más avanzados.
Combatir esas tendencias burocráticas que la presión del viejo modelo desarrolla al interior de los organismos recuperados es fundamental a la hora de impulsar correctamente el proceso de nueva dirección y que no surja una nueva burocracia. Es la pelea que se está dando en el Subte. Y por lo que hoy, a diferencia de los procesos anteriores, se ha mantenido como conquista de los trabajadores y es claramente una referencia para el conjunto. A diferencia de la CTA y, en otro plano, de la política que impulsan esos otros sectores de izquierda, que no pueden ser alternativa al modelo de la CGT. Desde el MST estamos por un modelo sindical distinto como el que se encarna desde el Subte. Por ello estamos orgullosos de la pelea que da Néstor Segovia y los luchadores que se juegan en la calle y los túneles. Hoy tenemos que redoblar los esfuerzos apoyando la lucha del subte para que se gane y se legalice su sindicato ya que sería un primer gran paso por la positiva en la dirección de reemplazar al viejo modelo por uno democrático donde los trabajadores realmente decidan.
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