martes, 28 de abril de 2009

1º de Mayo: Todos con los trabajadores de MAHLE


Apoyemos la lucha de los trabajadores de MAHLE por mantener sus puestos de trabajo ante la amenaza de cierre de la patronal


ACTO DE LOS TRABAJADORES
Viernes 1/05 11 hs en MAHLE – Juan D. Perón 5600


Ni despidos ni suspensiones
Reparto de las horas de trabajo sin reducción salarial
Eliminación del IVA de la canasta básica
Aumento salarial y de planes sociales acorde a la inflación real
Ley de precios máximos

EL CAPITALISMO NO VA MAS, POR UNA ARGENTINA SOCIALISTA

miércoles, 22 de abril de 2009

Inseguridad: Atacar las causas de fondo

 
Escribe: Marcelo Parrilli
La violenta muerte de Daniel Capristo reavivó el debate sobre la edad de imputabilidad. La indignación se expresó en un legítimo reclamo de seguridad y justicia que no debe ser usado para impulsar la mano dura.
Antes de este hecho, el gobernador Scioli ya se había pronunciado a favor de sancionar una Ley Penal Juvenil, posición a la que ahora se sumó Kirchner. El propio juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni, identificado antes con posiciones alejadas de las políticas de mano dura, también ha ido girando en favor de disminuir la edad de imputabilidad.En nuestro país, la edad mínima para ser penalmente imputado es de 16 años. Así lo establece la Ley 22.278 que sanciona el Régimen Penal de la Minoridad. Por debajo de esa edad, los niños pueden ser internados en los llamados “institutos de menores”. Como política para reducir el delito, la mano dura fracasó La propuesta de reducir la edad de imputabilidad a 14 años entronca con la política que plantea que la inseguridad es solamente un problema penal y que se corrige aumentando las penas. Sin embargo, por ejemplo en Estado Unidos, el aumento de las penas y la aplicación de la pena de muerte en muchos estados no ha producido ninguna reducción de los índices de criminalidad. Tampoco lo lograron aquí las llamadas “leyes Blumberg”.Además de ser un fracaso en materia de reducción del delito, la política de mano dura -a la que mucha gente adhiere guiada por la lógica indignación que provocan muchos de los delitos que se cometen a diario- es peligrosa porque significa la vuelta de la llamada doctrina de la seguridad nacional aplicada por las dictaduras militares de los años ’70, disfrazada ahora de doctrina de la seguridad individual o ciudadana.Sobre la base de la indignación que causan esos hechos, los grupos de poder del sistema y la derecha aprovechan para tratar de sancionar leyes penales, que no sirven para reducir el delito sino para combatir toda forma de oposición social al modelo político vigente y para perseguir a los luchadores. Al mismo tiempo proponen, y a veces lo logran, aumentar el aparato policial y de seguridad con más hombres, armamento y tecnología. Lo que en realidad quieren es liquidar todo el sistema de derechos y garantías que tanto ha costado recuperar, así sea en parte. Esos derechos no están en la Constitución para proteger a delincuentes reales o presuntos, sino para proteger a todos los ciudadanos y habitantes de los excesos del poder político y del aparato represivo.
La seguridad es una cuestión política y social, no penal
Para disminuir el delito es fundamental, como medida a mediano y largo plazo, terminar con las causas de la desigualdad y la exclusión social. Alimentación, vivienda, trabajo, educación y esperanzas de vida son los derechos elementales que hay que garantizar a millones para terminar con esa marginalidad y, consecuentemente, con gran parte del delito. En lo inmediato, hay que terminar con lo que el sociólogo Juan Pegoraro denomina “delito económico organizado”, que es el que genera los demás tipos de delincuencia y que es cometido por los grandes grupos de poder y el aparato del Estado.No es novedad para nadie que el narcotráfico, el robo de automotores y la piratería del asfalto, además de la trata de personas, son todos delitos cometidos por grandes mafias controladas, vinculadas o asociadas al aparato de seguridad y al poder político del Estado. Sin protección política y policial, esos delitos directamente no podrían existir. Por eso es allí donde hay que golpear si de verdad se quiere combatir el delito.Los niños, los “menores” -como los llaman muchos intentando despersonalizarlos- son mano de obra esclava al servicio, precisamente, de esas grandes mafias vinculadas a la policía y al poder político.En el caso particular de los delitos atribuidos a “menores”, está comprobado mediante numerosas causas penales que los chicos que comenten robos de automotores lo hacen para las mafias que “cortan” vehículos. Esas mafias, con activa participación policial y política, los utilizan para “levantar” coches a cambio de una dosis de paco. El caso de Valentín Alsina es un claro ejemplo en ese sentido. En la misma zona donde murió Capristo se cometieron, en pocos días, 17 robos callejeros. Incluso hay denuncias explícitas de policías de la propia comisaría. Todo esto prueba que allí existió una “zona liberada” por la Bonaerense. La dirigencia que cierra los ojos a esa realidad y sólo hablar de bajar la edad de imputabilidad es hipócrita.

miércoles, 8 de abril de 2009

Alejandro Bodart: "Con la crisis del capitalismo se abre una nueva etapa mundial"

Publicamos parte de una larga entrevista a Alejandro Bodart, coordinador nacional del MST y dirigente de nuestra corriente internacional.
Alejandro, ¿Cuál es la magnitud de la crisis capitalista?
Casi todo el mundo reconoce que esta crisis sólo es comparable con la de principios del siglo XX. Tal vez sea peor aún. Aunque la crisis económica ya se ha descargado en casi todo el mundo, lo peor todavía esta por verse: despidos masivos, hambrunas generalizadas en distintos puntos del planeta, aumento de la destrucción de la naturaleza, crisis energéticas y alimentarias, miseria y marginalidad como nunca vimos, no sólo en países semicoloniales como el nuestro, sino en los países centrales, donde comenzó la crisis, como EE.UU. y los de la comunidad europea, etc.
Hay un ángulo poco abordado, el de las consecuencias políticas ¿Qué opinas al respecto?
Aunque la crisis todavía está en pleno desarrollo, ya se pueden vislumbrar algunas tendencias generales: la crisis generará grandes luchas y revoluciones. Y algo fundamental: la posibilidad de un avance cualitativo en la conciencia de millones de trabajadores y sectores populares. Las consecuencias políticas serán similares o superiores a las que se dieron a principios del Siglo XX, cuando a partir de la primer gran crisis económica, el grueso de la clase obrera a nivel mundial se hizo marxista. Hubo luchas tremendas, el primer estado obrero, dos guerras mundiales y en un tercio de la humanidad se terminó expropiando a la burguesía. Hace unos cien años que el capitalismo dejó de ser progresivo y de desarrollar las fuerzas productivas. Fue a partir de esa realidad que la clase obrera en todo el mundo se hizo primero socialista y luego comunista. En nuestro país, los obreros no fueron siempre peronistas como se les intenta hacer creer a los trabajadores. Desde mucho antes, la clase obrera mayoritariamente era socialista y comunista. Pero por el rol del estalinismo y la socialdemocracia, la clase obrera ha retrocedido desde ese período. Lo nuevo es que se esta gestando un cambio que puede posibilitar la recuperación de ese tiempo perdido.
¿Cómo definís lo que está sucediendo?
Más allá del nombre, yo personalmente creo que estamos entrando en una nueva etapa mundial. Lo que se viene es distinto a todo lo visto desde el 89 hasta hoy. Por supuesto, hay hilos de continuidad, pero lo más destacado son los cambios que comenzaron y se van a profundizar. Son cambios de calidad. La crisis económica está íntimamente ligada al desarrollo de la lucha de clases. No se explica semejante crisis si además de las causas económicas, no le ponemos el otro condimento: la burguesía no pudo descargar sobre el movimiento de masas la cuota de explotación suficiente como para permitirle evitar lo que está sucediendo. La debacle económica del sistema capitalista es fruto de la resistencia y lucha encarnizada de los trabajadores de todo el mundo. A partir de la caída de la URSS y los países del Este de Europa se discutía si la incorporación de nuevos mercados le permitiría al imperialismo dinamizar la economía mundial y alejar por décadas la posibilidad de nuevas crisis. No tuvimos que esperar muchos años para ver este desplome general, que confirma una caracterización de nuestra corriente que fue muy discutida por la izquierda mundial: que la caída del estalinismo no fue una derrota sino un triunfo. Fuimos una de las pocas corrientes a nivel mundial que hicimos esta definición en ese momento. Y esto creo que tiene una unidad con la realidad actual porque a partir de ese momento se desplomó el orden mundial establecido luego de la Segunda Guerra Mundial a partir de Yalta y Postdam. Al caer el estalinismo, el imperialismo se quedó sin esa colaboración y tuvo que absorber en soledad las luchas y las crisis. Hoy se ve con claridad cómo le ha ido.
¿Qué opinas del período que se abrió en el 89 con la caída del muro?
La gran contradicción fue que con la caída del estalinisno no se fortaleció una dirección revolucionaria, ni en el período inmediato ni en los años siguientes. Es más, el imperialismo pudo rearmarse lanzando una contraofensiva económica conocida como neoliberalismo y, fundamentalmente ideológica, con la cual logró meter en la cabeza de millones la idea de que el socialismo había muerto y que no había otro sistema que no fuera el capitalismo. Fue así como surgieron los defensores de un supuesto “capitalismo humanizado”. También surgieron nuevas corrientes reformistas y se fortalecieron viejas. Nosotros, a todo esto, le dimos muy poca importancia en todo este tiempo. Fuimos unilaterales. En el afán de responderle a las corrientes escépticas y liquidacionistas que hicieron pie en nuestro país y el mundo, vimos sólo lo positivo y no los elementos contrarres-tantes. Nos preparamos para que luego de un primer período mas contradictorio se diera un segundo momento de mayor claridad y avance de direcciones revolucionarias y esto no sucedió. Es evidente que a nivel de la conciencia en el movimiento de masas primó la confusión y ello dificultó la creación de organizaciones revolucionarias con peso de masas. No impedía ni la existencia, ni las posibilidades de avanzar en la construcción de partidos, porque al no haberse producido una derrota y al debilitarse todos los aparatos, cada día se planteaban oportunidades para crecer. Pero junto con esto, el movimiento de masas mayoritariamente fue ganado por la idea de que la revolución y nuestras propuestas eran utópicas. Esto, en cierta medida, actuó como un nuevo dique, como en su momento lo había sido el estalinismo o el nacionalismo burgués, separando a los revolucionarios del movimiento de masas.
¿Fue una etapa de fortalecimiento de los reformistas?
Si, pero relativamente, ya que ninguna organización reformista logro enraizarse en el movimiento de masas, como sucedió en otras épocas. Sin embargo es un hecho que por ejemplo, a nivel electoral, la socialidemocracia y la centroizquierda en todas sus variantes tuvieron un momento de auge. Ante la fuerte campaña sobre el fracaso del socialismo y la incomprensión del significado de lo que pasaba, incluso muchos sectores de la izquierda retrocedieron políticamente. Algunos se hicieron completamente oportunistas, reformistas. El Foro de Porto Alegre, que surgió unos años después, fue la cuna de un nuevo reformismo. De los que propagan-dizaban que “otro mundo es posible” sin derrotar al capitalismo. En un principio incluso se fortalecieron Marcos, los zapatistas, y todas las corrientes horizontalistas que se encargaron de propagandizar la teoría de la “no toma del poder”.
¿Cómo se expresó todo esto en las corrientes revolucionarias?
Los que estamos militando desde mucho antes de ese momento notamos un cambio. La militancia e incorporación de nuevos compañeros se dificultó. Un elemento positivo fue que el odio a los aparatos que se generó en ese momento, tuvo su reflejo en que los partidos burgueses y reformistas sufrieron una pérdida cualitativa de militancia que no han podido revertir. Pero también hubo un elemento negativo, ya que se perdió la perspectiva de lucha por un modelo y una salida alternativa al capitalismo. Eso dificultó la militancia en la izquierda, hizo que crecieran los que propagandizaban posturas “antipartido”. Los avances en la construcción se hicieron lentos y por momentos muy tortuosos, no exentos de crisis y retrocesos. Muchos de estos problemas de construcción no podían solucionarse por más voluntarismo que se pusiera al asunto. Existían problemas objetivos que dificultaban, sin llegar a impedir, la construcción de fuertes partidos revolucionarios.
Creo firmemente que la novedad fundamental es que esa etapa de confusión está concluyendo. Ahora, a diferencia de lo que pasó en el 89, con la enorme crisis económica que estamos presenciando “el muro que se está cayendo es el del capitalismo”. Y esto va a tener seguramente consecuencias muy grandes y positivas a nivel de la conciencia, no sólo en la lucha de clases, donde tenemos que prepararnos para más revoluciones y conmociones. Luchas hubo durante décadas y va a seguir habiéndolas, incluso se van a intensificar y extender. Es más, no podemos descartar fuertes confrontaciones ínterburguesas, motivadas por la necesidad de un nuevo reparto del mercado mundial, de sectores desplazados, etc. Pero, lo distintivo, lo nuevo de la etapa que se inicia, será el cuestionamiento al modelo capitalista que nos ha llevado a la brutal crisis que padecemos y esto volverá a poner en el centro del debate, en un tiempo relativamente corto, la necesidad del socialismo, no sólo en círculos ultra reducidos de la vanguardia, sino en franjas cada vez más extendidas del movimiento de masas. Creo firmemente que en esta nueva etapa las confusiones de la etapa anterior se irán despejando, lo que abrirá grandes oportunidades de construir alternativas revolucionarias de masas.
Sos optimista…
Así es. Entramos en una etapa muy similar a la que se dio a principios del siglo pasado. Donde a partir de una gran crisis económica y el aceleramiento cualitativo de la lucha de clases, se produjo un avance descomunal en la conciencia de millones y surgieron corrientes y tendencias de todo tipo que empezaron a plantearse la necesidad de un cambio de sistema. Y en ese marco los revolucionarios se hicieron fuertes, primero en el marco de la socialdemocracia y la II Internacional, y luego a partir del Partido Bolchevique y la III Internacional. La clase obrera a nivel mundial desplazó a las corrientes burguesas y la discusión se instaló entre revolucionarios y reformistas, pero partiendo de que el marxismo se hizo de masas. Creo firmemente que se está volviendo a abrir un momento similar.
¿Cómo evaluás la situación de los aparatos burocráticos?
Al principio del siglo pasado no había una experiencia con los aparatos contrarrevolucionarios como la que existe hoy. El stalinismo que surgió en la Unión Soviética se extendió a toda la III Internacional y se fortaleció mundialmente al finalizar la 2º Guerra Mundial, pasando a jugar un rol determinante, para evitar que las masas derrotaran completamente al imperialismo. Hoy esa losa mundial ya no existe y no fue reemplazada por otro aparato de alcance planetario. Lo nuevo de la etapa que está comenzando, es que se cae a pedazos un ideario: que el capitalismo es el único sistema posible. Esto se está instalando en la cabeza de millones de trabajadores y sectores populares y más temprano que tarde esta idea, va a evolucionar y ayudar a que surjan corrientes de masas que se planteen que hace falta otro sistema. Lo grandioso, es que ésto se combina con una experiencia enorme del movimiento de masas hecha sobre los aparatos. Y esto es una cosa tremenda, porque no hay aparato que se pueda poner fácilmente en pie para interponerse en el camino de los revolucionarios, a diferencia de lo que pasó a principios del Siglo XX, donde, como ya hemos dicho de un triunfo revolucionario enorme como fue la creación del primer Estado Obrero, y luego la expropiación de la burguesía en un tercio de la humanidad, sobrevino el fortalecimiento del aparato más siniestro que se conozca: el stalinismo.
¿Qué expresiones concretas de nuevos fenómenos políticos resaltarías?
El surgimiento y rápido fortalecimiento del NPA en Francia, del PSOL en Brasil, del nuevo partido en Polonia, o de Marea Socialista en Venezuela por ejemplo. Son una muestra clara de lo que se viene. Su existencia sólo se explica en el marco del debilitamiento de los viejos aparatos burocráticos políticos y sindicales. Y tenemos que abrirnos la cabeza a que esto puede surgir con más fuerza en todos los rincones del planeta.
Pero no todas las hipótesis son a favor…
No, para nada, hay una dura pelea en curso. El imperialismo y la burguesía van a intentar recomponer el sistema, recrear nuevas mentiras políticas e ideológicas a escala mundial y van a pelear a brazo partido para que el sistema capitalista no desaparezca. El capitalismo no va a caer por sí solo, no somos catastrofistas. No se va a caer si no hay una dirección revolucionaria que acaudillando las luchas obreras y populares lo derrote. Y cuidado, si esto no sucede, se puede involucionar hacia un sistema de mayor superexplotación, destrucción del planeta, hambre y miseria generalizadas. Nunca como ahora ha estado planteada la disyuntiva de socialismo o barbarie. La cuestión es que lo van a tener que intentar hacer en peores condiciones que en la etapa anterior por todo lo que expliqué antes. Aunque lo intentan, no logran derrotar en forma definitiva a los trabajadores y pueblos del mundo que siguen luchando.
¿Pensás que la nueva etapa ya configuró todos sus perfiles?
No, estamos en sus inicios. Tal vez tengamos claridad absoluta de las hipótesis que planteo recién dentro de cuatro o cinco años. En esto hay dos peligros: uno es tener caracterizaciones totalmente cerradas sobre un período que recién está comenzando. El otro es no ver los cambios que ya existen, que ya se están produciendo y no plantear hipótesis sobre las perspectivas. En el camino de los partidos revolucionarios que realmente quieren ir hacia las masas, intentar prever es clave. El arte de la estrategia revolucionaria, es acertar mucho antes de que todo sea evidente para cualquiera, poder prever las grandes tendencias de los acontecimientos. El que acierta en esto puede definir una política y una orientación audaz y correcta para llegar a las masas y pegar un salto hacia la construcción de un gran partido nacional y mundial en la etapa que se está abriendo. El que se equivoque puede desaparecer.
¿Al reformismo “se le viene la noche”?
En esta etapa van a tender a retroceder. No sólo la socialdemocracia y las vertientes de la centroizquierda. Va a retroceder Chávez si no profundiza la revolución, porque la crisis capitalista achica la escala de los “grises”. La revolución bolivariana, que fue un punto de avance tremendo de la etapa anterior, va a entrar rápidamente en una disyuntiva: o avanza en medidas de expropiación y otras que quieren los trabajadores y el pueblo venezolano o “transa” con la burguesía local y el imperialismo y, en consecuencia, retrocede dramáticamente. En Ecuador, Bolivia y también en Cuba va a pasar lo mismo. Todas las organizaciones, sean políticas o sociales, gobiernen o no, se van a tener que replantear hacia dónde quieren ir. Muchas van a desaparecer o retrocederán aún más. Algunas van a cambiar positivamente. Y nosotros tenemos que estar abiertos para intentar empalmar con todos los que tomen un rumbo positivo, aunque no asuman inicialmente la totalidad del programa revolucionario que nosotros proponemos.
¿Cuál es la política para enfrentar la nueva etapa?
Se pondrá a la orden del día el programa de transición. Nosotros venimos respondiendo como centro contra los gobiernos de turno y sus medidas antiobreras y eso va a tener que seguir siendo así, siempre los gobiernos son muy importantes en la ubicación del programa. El Argentinazo del 2001 incorporó con mucha fuerza el problema del régimen político. También en Venezuela, Bolivia y Ecuador se puso el régimen en el tapete, tanto que terminaron convocando a Asambleas Constituyentes para reformarlo. Ahora junto con todo esto también tenemos que empezar a plantear respuestas al problema del sistema. No se trata, desde ya, que saquemos como conclusión que el centro de nuestra actividad es hacer propaganda cotidiana por el socialismo, como haría una pequeña secta. No se trata de ir mañana a la fábrica, a la oficina o al barrio a decir: “sin socialismo no hay solución a ningún problema”. Como siempre, hay que seguir respondiendo en primer lugar a los problemas más sentidos de los trabajadores o sectores populares y teniendo políticas y orientaciones especificas. De lo que estamos hablando, es de la necesidad de darle mucha más fuerza en la agitación y propaganda a nuestras salidas transicionales, a las propuestas de fondo. Por ejemplo, tenemos que levantar la necesidad de prohibir por ley las suspenciones y despidos, pero junto con esto plantear que las empresas que no cumplan deben ser nacionalizadas y puestas a funcionar bajo control de sus trabajadores.
En relación al socialismo, ¿Cómo ves plantearlo?
Junto con todo lo anterior, también necesitamos comenzar a levantar propagandisticamente, la necesidad de luchar por un mundo y un modelo de país distintos. Comenzando por explicar algo que todos van a ir viendo a medida que avance la crisis: que con el capitalismo sólo nos esperan más penurias. Por lo cual es la hora de luchar por una salida anticapitalista. Junto con esto estamos obligados a pensar cuál es la mejor forma de plantear por la positiva el modelo socialista por el que luchamos. No hacia un pequeño puñado de personas, sino hacia amplios sectores de vanguardia y de masas. Hay que arrancar de los debates y planteos que hay hoy en la realidad. En ese sentido creo que la consigna de “Socialismo del Siglo XXI” es genial. Es muy útil porque permite diferenciar claramente nuestro planteo socialista de lo que fue el “socialismo estalinista” por un lado y el de la socialdemocracia por el otro. Aunque en la explicación es necesario darle un contenido diferente al que le da Chávez, el creador de esa formulación. Nosotros defendemos la necesidad de expropiarle a la burguesía los medios de producción y de cambio, un régimen basado en la más amplia democracia obrera y popular, sin privilegios para los que llegan al poder y, fundamentalmente, internacionalista; es decir, considerando que el enemigo es el mismo en todo el mundo: el imperialismo y el sistema capitalista.

miércoles, 1 de abril de 2009

Acerca del conflicto agrario: Del sectarismo al apoyo a Kirchner hay un solo paso

Escribe: Sergio García

El conflicto agrario, con sus consecuencias políticas, económicas y sociales, ha mostrado también distintas posturas en la izquierda. Por fuera de nuestro apoyo a los pequeños productores se levantan posiciones de “ni-ni”, que se colocan como comentaristas de la más importante crisis que vive el kirchnerismo, y otro sector que trágicamente llama a estar del lado del gobierno. Aportamos nuestra opinión al debate político que es necesario realizar y no esconder entre las fuerzas de izquierda. Y esto tiene gran importancia, porque ante la principal crisis que vive el país, consideramos una tremenda equivocación que en nombre de una supuesta posición de izquierda o independiente, en concreto, por acción u omisión, se apoye al gobierno.
Falsedad 1: “Gobierno vs derecha”
El gobierno pretendió mostrar que el eje del conflicto con el campo es su supuesta pelea con la derecha.Lamentablemente, sectores de la izquierda caen en el mismo y falso argumento. Bajo ese análisis desarrollan una crítica a quienes apoyamos a los pequeños productores. Claudio Katz, miembro de Economistas de Izquierda (EDI), planteó: “La incapacidad para registrar los conflictos de Kichner con la derecha y la obsesión por ubicar al gobierno como enemigo principal conduce a compartir los espectros mediáticos y las acciones prácticas con figuras de la reacción”. En el mismo sentido, Eduardo Lucita, también del EDI, decía: “La derecha -aun carente de liderazgo y organización- ha encontrado una base social de importancia”.Estos respetados compañeros parten de un problema: su posición no tiene que ver con la realidad de pueblos y ciudades del interior, ni con las asambleas autoconvocadas de chacareros a los que no se han molestado en visitar. De hacerlo, hubieran comprobado que su análisis abstracto no se condice con el proceso vivo del conflicto. Ubican la crisis desde una óptica irreal, como si estuviéramos ante un gobierno que toma medidas de izquierda y un movimiento agrario que se resiste a favor de un modelo derechista. La realidad es otra: el gobierno aplica un modelo regresivo de concentración en el campo y aplica retenciones indiscriminadas golpeando sobre todo a los más pequeños, que se radicalizan y salen a luchar con planteos que se ubican -si bien distorsionadamente- a la izquierda del gobierno y no a su derecha. El masivo acto en Rosario lo evidenció: más de 250 mil personas, la absoluta mayoría pequeños productores, el primer orador fue de los Autoconvocados y el cierre lo hizo la Federación Agraria, demostrando en la más importante acción quiénes llevan la delantera en este conflicto. En ese contexto actúan los sectores ligados a la derecha como la Sociedad Rural, que tampoco pueden desarrollar sus propuestas a fondo porque no se condicen con el movimiento por la base que reclama otras medidas. Por la masividad del conflicto aparecen los políticos de derecha, pero por su contenido los referentes de los sectores pequeños y medios, como De Angeli y Buzzi, piden por ejemplo que se apliquen impuestos progresivos a la ganancia y una ley de arrendamiento para que los pools no sigan comiéndose a los pequeños productores. Es parte de la denuncia concreta de un modelo agropecuario concentrador y subsidiario de las grandes exportadoras, aunque sectores de la derecha quieran intentar aprovecharlo, por ahora sin éxito. Insólitamente, esta realidad es ignorada por este sector de izquierda, que actúa partiendo de los argumentos del gobierno, dándole cobertura por izquierda. No ven -o no quieren ver- que el gobierno, lógicamente, utiliza el argumento de “luchar contra la oligarquía o la derecha” para confundir a sectores de la población. Pero lo más ilógico es que mientras el 80% del país no compra ese cuento y rechaza al gobierno, haya dirigentes de izquierda que sí lo hagan. Perón decía que “en política, cuando hay que doblar a la derecha hay que guiñar a la izquierda”. Kirchner lo sabe. Por eso su política es un plan económico que de contenido consolida un curso a derecha, mientras en sus discursos simula que lucha contra la oligarquía. También deberían saberlo estos sectores de la intelectualidad que agitan el fantasma de la derecha. Es decir, toman nota del guiño pero olvidan el curso real de la política del gobierno y sus consecuencias.
Falsedad 2: “La Rural es el actor principal”
La declaración titulada “Otro camino para superar la crisis”, firmada por integrantes del EDI, el Frente Darío Santillán, algunos dirigentes sindicales y otros pequeños grupos, dice: “Escaló un conflicto que ha concluido instalando una polarización política entre el gobierno y las entidades del campo… con el acompañamiento y la fuerza social de los pequeños productores que han quedado entrampados en un lock-out agrario que favorece a los grandes capitalistas del sector y apunta a crear las condiciones favorables a una restauración neoliberal”. En verdad, parecieran escribir sobre otro conflicto. Hablan de una pelea reducida al gobierno contra las entidades y con “el acompañamiento de pequeños productores”. Todo el país vió que las entidades no han podido tomar ninguna decisión por su cuenta, porque las asambleas autoconvocadas imponían qué hacer. Más de una vez la Sociedad Rural o Coninagro quisieron levantar el conflicto y no pudieron. Hasta Kirchner y los Fernández decían que no podía ser que las entidades no controlaran las rutas y los piquetes. El diario Clarín, enemigo de toda decisión de las bases, tuvo que reconocerlo y lo definió así: “Los dirigentes rurales casi han perdido el control de la protesta… Pululan los grupos definidos como autoconvocados que responden sólo al mandato de las asambleas plebiscitarias, alejadas de cualquier sentido orgánico. Los autoconvocados han tenido un enorme peso en la estrategia que debieron darse los dirigentes de las entidades rurales». Esta realidad imposibilitó que pasara la política del gobierno, y también que no primara la posición de las entidades sino de las bases chacareras.Como bien lo explica Luis Bilbao, director de la revista América XXI, tras el acto de Rosario: “Después del 25 se puede afirmar que la radicalización dio lugar a un vuelco en las relaciones de fuerza y ahora el protagonismo principal lo tienen los chacareros, no sólo en sentido numérico sino también político. Con el oído afinado de la más rancia oligarquía, el diario La Nación registró lo ocurrido y alertó que el discurso de Buzzi desplazó ‘al campo, en bloque, hacia la izquierda’. Es una interpretación exacta de lo ocurrido. Los terratenientes no pudieron defender su propio programa, porque la inabarcable multitud que los escuchaba hubiera reaccionado violentamente contra ellos”. Es un grave error no ver que la Sociedad Rural y su sector social siempre son un peligro a enfrentar. Pero no ver que en este proceso no es el elemento determinante es un error tanto o más grave, que conduce a comprar las publicitarias denuncias del gobierno contra la oligarquía… a la que subsidia y defiende por detrás. O directamente lleva a cambiar la realidad para argumentar una posición política equivocada. Claudio Katz, queriendo explicar que el movimiento de lucha acompaña y apoya a la derecha del campo, dice que “ni a Buzzi ni a De Angeli se les ha escapado una sola palabra contra el establishment agrario”. Desmintiendo ese comentario, en el acto del 25 de Mayo en Rosario Buzzi planteó que “es mentira que las retenciones son para redistribuir la riqueza, son para pagar los 12 mil millones de dólares de deuda externa al FMI por los acuerdos con el Club de París… los beneficiarios del plan de Kirchner son Nidera, La Serenísima, Grobocopatel. Esta es la verdad que niega la señora presidenta”. Más allá de las diferencias que podamos tener con Buzzi o De Angeli, no se puede negar la realidad ni tergiversar sus planteos, que muchas veces denuncian correctamente el modelo agropecuario y económico oficial que afecta al conjunto del país.
Falsedad 3: “Intervención del Estado vs. restauración liberal”
También se dice que detrás de la protesta está la intención del campo de no permitir que el Estado intervenga y lograr una liberalización de las exportaciones para quedarse con toda la renta extraordinaria. Parten de una supuesta intervención estatal progresiva sobre el libre mercado de exportaciones. El Estado siempre interviene, de una u otra forma. El problema es si lo hace correctamente y a favor de las mayorías populares y pobres del país. Estos años permitió la libre exportación al punto de aceptar declaraciones juradas y ventas anticipadas de las exportadoras y que seis grandes empresas decidan cuáles y cuántos alimentos salen del país, mientras millones no comen o comen mal. Lo mismo hace en el petróleo y la minería, que exporta montos que triplican al campo, y en la renta financiera, donde no se cobra ningún impuesto. Nosotros defendemos que el Estado intervenga con fuerza en la política exportadora, que es precisamente lo que no hace ni antes ni después de la resolución 125. Una intervención estatal a favor de las mayorías populares sería controlar el comercio exterior, para lo cual debería nacionalizarlo. Los Kirchner buscan aprovechar los precios internacionales para hacer caja para un proyecto político que no es intervencionista en función del pueblo, sino de aplicar un modelo económico regresivo, que no distribuye la riqueza, aumenta la pobreza y concentra la ganancia. Y se desesperan por recaudar para los vencimientos de deuda externa del resto de este año y del 2009. Los grandes productores quieren que el Estado no intervenga en sus negocios. Pero de nuevo, no es ése el motor central del conflicto. Por la situación del país, que no es de giro político hacia la derecha, tienen que aceptar que las retenciones existen. De hecho no hubo conflicto hasta el tope del 35%. El conflicto nació -y volvemos a la realidad- cuando el gobierno en su afán de recaudar superó la capacidad de los pequeños y medianos productores de producir a ese nivel de retención. Y esta medida, que lleva a la quiebra a miles de chacareros, no tiene nada de progresivo. Si se aplicara, los grandes terminarían resistiendo vía subsidios del gobierno y parte de sus fabulosas ganancias. Pero los pequeños chacareros no, quedando sus tierras también en manos de los pools de siembra. Esa es la consecuencia de este tipo de «intervención» del gobierno, favorable a su caja política por un lado y liquidadora de los pequeños productores por otro. Por eso es falsa la visión de tomar como elemento central una supuesta lucha contra la ingerencia del Estado. En realidad, lo que está en juego es si puede haber un modelo agropecuario donde se intervenga fuerte... pero contra los grandes pools de siembra y empresas y en favor de los pequeños, cuestión que no se plantea el modelo K y este gobierno proimperialista, que sigue en sociedad económica y política con los Urquía y los Grobocopatel y enfrentado a los autoconvocados y a pueblos enteros del interior.
Falsedad 4: “Nada que ver con el 2001”
Para estos sectores de izquierda, el proceso que abrió el Argentinazo ya no existe. Y estamos ante un régimen político fuerte, que solo ven amenazado desde la derecha. Se esfuerzan por meter la realidad por el ojo de esta visión: “Los cacerolazos que hemos visto en la Capital y otros centros urbanos, pese a su heterogeneidad inicial, se han ido configurando en la antítesis de la rebelión del 2001, motorizados por sectores altos de la sociedad, muchos de ellos rentistas, y por la oposición de derecha que ya se había manifestado en las elecciones legislativas y en las presidenciales de octubre pasado”.Venimos de cacerolazos enormes en distintos barrios de la Capital. Más de 20 mil en Córdoba, 10 mil en Rosario, miles y miles en todas las ciudades del interior de la Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y la mayoría de las provincias. También en lugares del Gran Buenos Aires. Los datos indican, tomado el país de conjunto, que más de un millón de personas salió a la calle contra el gobierno. ¿Motorizados por la alta sociedad? No, motorizados por el repudio general a la represión, la soberbia, las patotas de D’Elía y la CGT, la inflación y la pobreza. Solo esto explica que en los actos y cacerolazos hubiera distintos sectores sociales, incluyendo por supuesto a pobres, sectores medios y estudiantes. Que no tienen que ver con los partidos de derecha, sino que en primer lugar nada quieren con un gobierno que no responde a sus demandas. Después de esas jornadas los diarios decían que “los fantasmas de la crisis del 2001 han vuelto”. Y el propio Kirchner, un poco más ubicado en la realidad que este sector de la izquierda, les dijo en privado a su grupo mas íntimo antes de ratificar su acto en Plaza de Mayo: “Si no salimos fuerte terminamos como De la Rúa”. Solo entendiendo a fondo el proceso del Argentinazo, que sigue golpeando sobre el régimen político, se puede actuar ante una crisis de tanta envergadura sin quedar haciendo análisis funcionales al gobierno. Es este proceso de fondo el que ahora actúa sobre el Congreso, donde tras el retroceso obligado del gobierno se debaten las retenciones. Aunque no haya cortes de ruta, no ha cambiado el malestar social ni la desconfianza en las instituciones. Por lo cual nos atrevemos a decir que si consolidan en el Congreso una nueva trampa el conflicto se va a reiniciar… y los cacerolazos, muy probablemente, también.
Lejos del reclamo chacarero y cerca del gobierno kirchnerista
La citada declaración “Otro camino para superar la crisis” se define en relación a qué ubicación tener ante esta lucha. Por más que en sus argumentos hagan algunas críticas al gobierno, la conclusión no admite dudas: “No puede haber neutralidad ante la amenaza de que la derecha logre parte de sus demandas y coloque sobre la agenda futura su programa de restauración neoliberal”. Y en su segunda declaración lo ratifican: “No soportamos el falso neutralismo que nos convierte en espectadores de una crisis”. Bastante claro: hay que apoyar al gobierno. Lo único que parecen no tomar en cuenta en nombre de “la lucha contra la derecha” es la realidad: es este gobierno el que aplica una política de derecha en el campo y en la ciudad, no los chacareros autoconvocados. Olvidan que es el mismo gobierno el que utiliza las retenciones planteadas para pagar la deuda y consolidar su poder político, no para solucionar problemas sociales ni distribuir riqueza. Y con su posición terminan cayendo en una capitulación a un gobierno enemigo de los intereses populares del país.
El “ni-ni” esconde también un apoyo objetivo al gobierno
Por otro lado, un sector de la izquierda sectaria (PO-PTS-MAS) llama a no ser parte del conflicto, quedando como espectadores o en la ridícula (y vacía) carpa roja del Congreso, ajenos a la confrontación real. Por esa vía, aunque se disfracen con discursos radicalizados, también avalan al gobierno, ya que la política es concreta: quien sostiene que no hay que estar con la lucha de los chacareros queda inevitable y objetivamente del lado de los Kirchner.El Partido Obrero incluso agita el peligro de “un golpe”, llevando al ridículo su posición por tanto repetir las denuncias falsas del impresentable D’Elía. En el 2001 veían a Nito Artaza como “piquetero”, pero ahora no quieren apoyar a los chacareros. El PO vive un desconcierto completo.Partiendo del “ni-ni” o del apoyo directo al gobierno, tanto la izquierda sectaria como la oportunista están contra la justa lucha chacarera y por ende en el lugar equivocado, de sostener al modelo kirchnerista. Hoy en nuestro país hay millones en un proceso de ruptura política con el gobierno, que asusta incluso a la propia burguesía industrial y financiera, que pide parar con esta situación.Por el momento no hay en este proceso variantes de derecha -Macri, Sobisch, López Murphy- que se estén fortaleciendo. La izquierda, en cambio, si actuara unida junto a los chacareros, se podría postular como alternativa y llegar a cientos de miles, en el campo y en la ciudad. Pero lamentablemente sectores de izquierda, cuando más se derrumba el kirchnerismo, más hacen lo posible por atarse a sus pies... con el peligro de quedar arrastrados en esa misma caída.
Con los chacareros, para enfrentar a la derecha y fortalecer un proyecto por cambios de fondo
Cuando Vilma Ripoll y nuestro partido salimos con fuerza -junto a otras organizaciones de izquierda- a brindarle apoyo a los pequeños productores, el sector de izquierda que no apoya a los chacareros, a tono con D’Elía, manifestó que era un error participar en escenarios con la Sociedad Rural o quedar compartiendo actos con figuras de la reacción. En primer lugar, el MST-Nueva Izquierda jamás compartió un palco y ni siquiera un diálogo con la Sociedad Rural. A los actos vamos a darles apoyo a los pequeños productores y a expresar nuestras propuestas, que son contra el gobierno y la oligarquía. A la presencia de dirigentes de la derecha en actos masivos quieren resolverla por la vía de no disputar con ellos, abstenerse y así de hecho fortalecerlos, regalándoles la conciencia de miles y miles de pequeños productores y de millones que simpatizan con su reclamo. No vemos en esa actitud una posición revolucionaria, sino la mejor manera de hacerle el juego a la derecha. Hay un proceso abierto de lucha y un actor social medio -los pequeños productores- que recibe el apoyo de millones. No hay manera de intentar acercar a un sector de ellos a la izquierda si no somos parte de su lucha y de sus acciones reales, disputando contra las posiciones de derecha. Si los chacareros rompen con el gobierno y sólo ven alternativas por derecha es una cosa. Pero si ven que la izquierda tiene propuestas concretas para ellos y les plantea que se unan a los trabajadores, es otra muy distinta. Nosotros nos jugamos por esta última propuesta, porque es fundamental para el desarrollo de un proceso y un proyecto político revolucionario. En el Argentinazo del 2001 había que apoyar a los sectores medios de la ciudad que reclamaban sus ahorros. Ahora hay que apoyar a sectores medios del campo que reclaman contra un gobierno que los grava igual que a los grandes. Y ese apoyo es siempre en disputa con otras direcciones políticas. Ante tamaña lucha y crisis política, los socialistas participamos para que millones de trabajadores, sectores populares y pequeños productores del campo conozcan que hay otra salida. Ubicarse sectariamente, comentando desde afuera la lucha viva y real, no sirve para nada más que para el autoconsuelo sin futuro. Apoyar al gobierno, sirve todavía menos. Por todas estas razones llamamos una vez más desde la izquierda a los trabajadores y a los sectores populares a que apoyemos a los pequeños productores y sus acciones. A que levantemos también nuestras propias reivindicaciones. A que unamos los reclamos contra un gobierno y un régimen político que nos está llevando al fracaso. Y a que en ese camino vayamos construyendo una nueva alternativa política, amplia y unitaria, que luche por otro modelo, que termine con la concentración en el campo y con la oligarquía. Que recupere el petróleo y la minería, cuyas ganancias triplican a las del sector agropecuario. Un modelo que reestatice los trenes y demás servicios privatizados, combata la inflación, aumente los salarios y jubilaciones, y termine con la dependencia de Estados Unidos y las multinacionales.
Publicado en AS Nº478, 02/07/08