Las elecciones mostraron un rechazo a las expresiones de la vieja política, con los resultados adversos no sólo a los Kirchner sino a muchos de los oficialismos, en provincias y municipios. Hay hartazgo popular ante el presidencialismo a ultranza impuesto por los K., la soberbia y el autoritarismo, y esa sensación de que todo se decide entre cuatro paredes entre los amigos de la Rosada. Las candidaturas testimoniales que tanto rechazo generaron, son sólo un botón de muestra de ello. Tampoco han recuperado prestigio las demás instituciones como el Congreso, la justicia, las fuerzas de seguridad…Hay una razón de fondo: nunca se consulta al pueblo, hacen todo lo contrario a lo que prometen en las campañas y no hay mecanismos de revocatoria, los espacios democráticos se cierran desde arriba. Y no se resuelven las urgencias obreras y populares, cada vez estamos peor. La actual crisis política, como sucedió en el 2001, actualiza los debates sobre qué modelo político hace falta y quién debe decidirlo. La reforma que pretenden debatir es una trampa porque no se consulta al pueblo y porque no se propone ningún cambio de fondo.
La reforma política que hace falta
La reforma política que hace falta
Es necesaria una verdadera reforma política, un nuevo sistema político donde el que decida sea el pueblo y no los viejos partidos y sus variantes recicladas que ya gobernaron, fracasaron y hundieron el país. Donde los diputados y funcionarios cobren el salario promedio de los trabajadores. Que si no cumplen, sus mandatos puedan ser revocados de manera simple y directa. Con sistemas de participación y democracia directa y con poder efectivo para que los sectores populares puedan controlar a los funcionarios, debatir y aprobar o rechazar los presupuestos.Donde se termine con un Congreso que vota a espaldas del pueblo y de acuerdo a los lobbys empresariales, disolviendo el Senado retrógrado e instaurando una cámara única cuyos diputados se elijan por distrito único con proporcionalidad directa, a nivel nacional y en cada provincia. Donde se anulen para siempre los superpoderes y los decretos de necesidad y urgencia.Donde la Justicia deje ser una justicia de los poderosos, que apaña la impunidad, y el pueblo elija y remueva a los jueces, comisarios y fiscales y participe directamente a través de jurados populares, para garantizar que los corruptos no sean premiados con nuevos puestos o embajadas sino que vayan a la cárcel.Por eso creemos necesario convocar a elecciones para una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que, entre otras medidas además de las que aquí proponemos, cambie de raíz el actual modelo político.
La prioridad es debatir las necesidades del pueblo
No sólo es necesario cambiar el modelo político. El debate popular en una Constituyente debe encarar como prioridad uno cuál es el modelo económico y social para que de una vez por todas se empiecen a resolver las necesidades básicas y urgentes del hambre, la pobreza, salario, trabajo, salud y educación. Que discuta las medidas de emergencia ante la crisis -como prohibir los despidos, aumentar los salarios y jubilaciones, y anular los tarifazos- y también las medidas más de fondo.Necesitamos un modelo de país donde no valga más la propiedad y las ganancias de las multinacionales, los bancos y los grandes grupos económicos que la vida y las necesidades del pueblo trabajador. Un sistema en el que sea el pueblo trabajador, con sus organizaciones, el que determine si hay que pagar la estafa de la deuda externa en detrimento de los presupuestos sociales.Vivimos en un país con 40 millones de habitantes y que es capaz de alimentar a 300 millones de personas por año. Es necesario debatir cómo redistribuir los recursos al servicio de un plan democráticamente organizado y controlado por el pueblo trabajador. La recuperación del petróleo y demás recursos naturales, del medio ambiente y de los servicios privatizados, es otra cuestión central. Fueron entregados y están siendo usufructuados por multinacionales que los destruyen. Lo mismo sucede con la propiedad de la tierra. Estos recursos son, de hecho, nacionales y deben ser nacionalizados, estatizando las empresas que los explotan, al tiempo que se elabora un plan de utilización nacional sustentable de esos recursos, construido y controlado por los trabajadores y los sectores populares de manera democrática.
Abrir este debate desde abajo
En Venezuela y otros países de Latinoamérica, se han dado avances en materia de recuperar recursos, de la propiedad de la tierra y de mecanismos de decisión popular, de la mano de procesos constituyentes. Un debate en el que participaron los trabajadores y el pueblo y apuntaló la movilización para hacerlos posibles. Y se ha instaurado el debate de avanzar hacia un Socialismo del siglo XXI, es decir hacia un nuevo sistema social.Creemos necesario, mientras nos movilizamos y luchamos para responder a los reclamos urgentes, debatir y avanzar en la mayor unidad para reclamar la convocatoria a una Constituyente. Pino Solanas y Proyecto Sur, con los cuales compartimos el reclamo por la recuperación de los recursos, del tren y otros puntos, valoran los procesos latinoamericanos y en su programa sostienen la necesidad de realizar una Constituyente. Un amplio debate popular en un proceso constituyente fortalece la movilización por lograr estas conquistas. Les proponemos a ellos, a los sectores de la CTA que también debatieron esta necesidad, a los movimientos sociales y a toda la izquierda, abrir este debate y unificar criterios para reclamar juntos la convocatoria a una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
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