El extraordinario proceso de lucha llevado adelante por el pueblo hondureño contra el golpe de Estado ha colocado a Honduras en el centro de atención de Latinoamérica y gran parte del mundo.La intentona golpista, lejos de detener un proceso de cambio que estaba en sus inicios, ha desencadenado una movilización nunca vista.Ya casi no queda rincón del país donde la resistencia no esté plantando bandera.Micheletti apuesta todo a un retiro ordenado tras elecciones manipuladas del 29 de noviembre próximo.EE.UU., la OEA, la ONU y gran parte de los gobiernos del mundo pretenden la aprobación del Pacto de San José, que permite la vuelta de Zelaya, pero anula el llamado a la Asamblea Constituyente. Todos quieren detener el proceso de cambios que se ha abierto en el país. Pero, en casi dos semanas de recorrer las calles de Tegucigalpa junto a la Resistencia, me he convencido de que el pueblo hondureño vive un despertar, tan profundo como irreversible.Mientras emprendía el regreso desde Tegucigalpa, a 72 días de iniciada la resistencia, se llevaba a cabo la Asamblea del Frente Nacional de Resistencia Contra el Golpe de Estado, en la que se debatían las medidas de lucha a seguir en todo el país.
Una movilización histórica
“Parece que los golpistas estuvieran asesorados por un militante de izquierda. Nunca hemos tenido la posibilidad de que tanta gente se movilice y nos escuche”, me dice un compañero en la movilización número 66. La policía acompaña desde atrás las movilizaciones, mientras miles los insultan y gritan los nombres de los golpistas, para rematarlos con un “¡Fuera!” ensordecedor. Por la detención y el pedido de licencia de un profesor que estaba escuchando la música de la resistencia en su automóvil, se desencadena una movilización espontánea. Vamos caminando y en menos de un minuto somos 200, la gente sale por todos lados. Los policías, completamente rodeados, liberan de inmediato al profesor.Todos los días, las marchas recorren durante tres horas las colonias de distintos sectores de la ciudad. La gente sale a las puertas de las casas y aplaude. Hombres y mujeres, niños y ancianos. “Si este no es el pueblo, ¿el pueblo dónde está? ¡El pueblo está en la calle exigiendo libertad!”, se grita a cada paso.Las principales empresas yanquis y muchos bancos son completamente pintados por los aerosoles. En la marcha del 31 de agosto, uno de los motociclistas le corre el brazo a un soldado del ejército, pinta “Fuera golpistas” y sigue marchando. Nadie le hace nada.En las universidades se hacen cine-foros, con películas sobre la lucha popular, a plena luz del día.En las marchas, cientos se ponen remeras, pañuelos y gorras del Che, las más ofrecidas por los vendedores que acompañan la movilización desde el inicio. Cada vez que salí me encontré con miles de esos ejemplos, impactantes. ¿Giro a la derecha? No, señor: acá está el pueblo en la calle, no los militares. La Gran Huelga del ´54 (un hito histórico en Honduras), cuando los obreros de la industria bananera lograron importantes conquistas sociales; duró 69 días. La resistencia ya pasó los 70...
Las elecciones (si se hacen) ya no pueden frenar el proceso
Micheletti dijo en la marcha del pasado viernes 4 que ellos habían actuado preventivamente, porque aprendieron de los errores de otros países. Lo cierto es que su gran objetivo es irse. Todos los días dice que él se quiere ir, que por eso los hondureños tienen que ir a votar.“Pepe” Lobos, nacionalista, y Elvin Santos, liberal. Ambos candidatos a presidente tienen que salir de mítines electorales protegidos ante lluvias de huevos y agua arrojada por pobladores que se acercan a los actos a repudiarlos.Si logran llegar hasta ahí, y alguien va a votar, el que asuma será aún más débil que Micheletti y tendrá al pueblo de pie desde el comienzo.El Pacto de San José en contra del puebloAsombrados por la reacción popular, Obama, la OEA, la ONU y muchos gobiernos (por supuesto Cristina), reclaman a Zelaya y al golpe adoptar el pacto de San José, propuesto por Arias, presidente de Costa Rica.Ese acuerdo implica el regreso de Mel Zelaya, con la suspensión de la Asamblea Constituyente. El objetivo es frenar posibles cambios, que tras el golpe van a debilitar a los principales empresarios y al bipartidismo.Lamentablemente Zelaya ha aceptado esa propuesta, sembrando expectativa en las medidas diplomáticas. Y aunque después cuestionó a EE.UU., eso no ayuda ya que él es la referencia central de la lucha.Pero aquí ya nadie come vidrio. En la última asamblea del Frente Nacional de Resistencia se dijo con claridad: “La lucha por la Constituyente sigue, con Mel o sin Mel”. La respuesta: una ovación.Está más que claro que el proceso no se negocia ni se detiene. Y esto no es sólo una conclusión: es una decisión tomada por la Resistencia Popular.
Desde adentro, fortalecer la resistencia y agrupar a los revolucionarios
El internacionalismo militante que defendemos me ha permitido participar de una experiencia extraordinaria. He conocido un pueblo solidario y valiente; también a compañeros entrañables.Y sobre todo, me he conmovido con lo que ahí sucede, con lo que está despertando. Vuelvo convencido de que hay que seguir fortaleciendo la solidaridad con la Resistencia, logrando sólidas acciones y mejorando la coordinación para golpear con fuerza a la reacción.Pero además, los revolucionarios debemos jugar un papel activo en este momento histórico. Tenemos frente a nuestros ojos un proceso inmenso, que está cambiando la fisonomía política de Honduras y seguramente la de Centroamérica. Son miles los que se suman al torrente de lucha, y muchos más los que comienzan a ocuparse de las cuestiones políticas más importantes. No se necesitan comentaristas, sino revolucionarios comprometidos y abiertos, que participen de los procesos y desde ahí trabajen para reagrupar fuerzas, buscando crecer y avanzar. El MST y Revista de América apostamos fuertemente a esa perspectiva. La oportunidad es inédita y tenemos que estar a la altura de las circunstancias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario