Tras el dictado de una nueva conciliación obligatoria por parte del Ministerio de Trabajo Nacional, la patronal de General Motors debe dar marcha atrás con los despidos. Sin aventurarnos a pronosticar un triunfo en este conflicto tan duro, que es tomado tanto por las patronales como por el gobierno y los trabajadores como un conflicto “testigo”, podemos asegurar que se le viene parando la mano a la patronal por la fuerza de la base, la unidad y la predisposición a luchar de los compañeros mecánicos.
El conflicto en la planta del sur de Rosario de la empresa General Motors sigue sin una solución definitiva. Tras las reuniones en las oficinas del Ministerio de Trabajo de Santa Fe, y luego de agotadas las dos instancias de conciliación obligatoria, la conducción del SMATA y la patronal no llegaron a un acuerdo en las negociaciones. Esto obligó al gobierno nacional a intervenir a través del ministro Tomada, dictando una nueva conciliación. La misma se produjo al otro día de un impresionante paro de toda la planta resuelto en una asamblea de dos mil compañeros. De esta forma la patronal tuvo que retroceder, al punto que se vio obligada a retomar a los contratados que habían sido despedidos días antes.
El conflicto en la planta del sur de Rosario de la empresa General Motors sigue sin una solución definitiva. Tras las reuniones en las oficinas del Ministerio de Trabajo de Santa Fe, y luego de agotadas las dos instancias de conciliación obligatoria, la conducción del SMATA y la patronal no llegaron a un acuerdo en las negociaciones. Esto obligó al gobierno nacional a intervenir a través del ministro Tomada, dictando una nueva conciliación. La misma se produjo al otro día de un impresionante paro de toda la planta resuelto en una asamblea de dos mil compañeros. De esta forma la patronal tuvo que retroceder, al punto que se vio obligada a retomar a los contratados que habían sido despedidos días antes.
Desde ese momento se vienen realizando febriles negociaciones en Buenos Aires, de las que no solo participa la cúpula del SMATA, sino también los delegados. El jueves 18 de diciembre, cuando se cumplan dos meses de esta lucha, habrá otra audiencia en el Ministerio de Trabajo Nacional, donde se intentará llegar a un acuerdo. Mientras la patronal insiste con el despido encubierto en forma de suspensión de 160 compañeros, el reclamo de los trabajadores es uno solo: rotación de las suspensiones entre todos los trabajadores de la planta sin rebaja salarial.
La crisis de la General Motors
General Motors es una empresa de capitales estadounidenses (la más importante de ese país) que desde hace unos meses viene envuelta en una crisis de dimensiones históricas. El gobierno de EE.UU. aún discute cómo lanzar un operativo de salvataje sobre sus tres empresas automotrices más importantes (General Motors, Chrysler y Ford). La cifra que se maneja para intentar aminorar el impacto de la debacle e impedir la quiebra de las empresas es de 14.000 millones de dólares. General Motors, particularmente, precisaría 10.000 millones solamente para poder operar hasta marzo del 2009. La compañía anuncia que para el primer trimestre del 2009 saldrán de sus cadenas de montaje 250.000 coches menos que lo previsto, lo que equivale al 30% del total de su producción. Las ventas cayeron un 41% en noviembre respecto a octubre.
Estos datos no hacen más que certificar la crisis profunda en que se encuentra la rama automotriz en el mundo y, también, es un dato importante a la hora de evaluar la ya innegable recesión que azota a EE.UU.Esta profunda contracción de la casa matriz repercute también en Argentina. Tal es así que en octubre hubo una caída del 26% en las ventas, y en la planta de Alvear la empresa suspenderá la línea de producción de la Susuki Gran Vitara.
Como siempre hacen los capitalistas a la hora de enfrentar una crisis, intentan descargar sobre la espalda de los trabajadores las penurias generadas por el orden que ellos mismos sostienen. Siempre lo mismo... las ganancias son privadas, las perdidas son de “todos”.
Los trabajadores resisten y avanzan
El primer enfrentamiento con la patronal fue cuando despidió a un compañero contratado. La respuesta fue un contundente paro, con movilización y asamblea dentro de la fábrica. Tras el dictado de la primera conciliación obligatoria se logró la reincorporación del compañero, pero la empresa cerró las puertas de la fábrica el 24 de octubre, enviando 466 telegramas de despido, lo que recrudeció el conflicto. Claramente, la intención de la empresa era la de mandar telegramas en forma indiscriminada para después negociar con el sindicato el despido de un número inferior de trabajadores estimado en algo más de cien. La postura de la conducción del SMATA fue negociar los despidos por suspensiones. Los trabajadores en asamblea le impusieron a la conducción que esas suspensiones no recayeran sobre el sector de compañeros amenazados por los despidos, sino que fueran rotativas entre los trabajadores de toda la planta.
Este punto es muy importante por varias razones. Por un lado, está claro que la empresa tiene su “lista negra”, compuesta por los mejores activistas que a lo largo de estos días fueron el motor de la resistencia a los despidos. Éstos son parte de los trabajadores que a lo largo de todo el país comienzan a hacer sus primeras experiencias contra las patronales negreras y con las burocracias de distintos signos que, de una u otra manera, intentan enchalecar su organización y su lucha.
Por otra parte, el desarrollo del conflicto viene demostrando una gran solidaridad y unidad entre los compañeros. Por eso se opusieron con firmeza a que los despidos o su trueque por suspensiones fueran a descargarse sobre un grupo de los operarios. En la lucha contra la patronal de General Motors los trabajadores van reconociéndose como algo más que individualidades que operan tras las maquinas, y comienzan a conformar un colectivo, una identidad como clase que resulta nodal en el camino de la defensa de sus intereses. A esa patronal que durante el conflicto militarizó la fábrica con la guardia de infantería. A esa patronal que intimidó a los trabajadores filmándolos y sacándoles fotos mientras manifestaban libremente, que separó a los de la “lista” en un galpón aparte del resto de la planta. A esa misma patronal que intenta descargar su propia crisis sobre los trabajadores y sus familias, ellos le opusieron una firme resistencia.
En el marco de este conflicto y teniendo en cuenta las dimensiones de la crisis, vemos como un balance positivo que los trabajadores logren frenar los despidos. En cuanto a la comisión interna de la fábrica, que está haciendo sus primeras experiencias al frente de los trabajadores, consideramos que debería escuchar más los consejos de sus representados reunidos en asamblea que los consejos de los dirigentes que intentan despegarlos de su base. Es fundamental, también, que los delegados trabajen codo a codo con los compañeros despedidos para seguir pidiendo con fuerza la solidaridad de la población, evitando que la patronal y el gobierno provincial logren aislar esta lucha. A lo largo de estos días de intenso conflicto ha quedado claro que cada vez que convocaron a los trabajadores, ellos estuvieron a la altura de las circunstancias. Sin su presencia y movilizaciones masivas la patronal hubiera liquidado el conflicto hace rato.
Por eso hay que seguir apelando a la base de la fábrica, reunirla en asambleas y llevar adelante su mandato. Esta es la herramienta más poderosa que tenemos los trabajadores a la hora de defendernos. Es importante impedir los despidos de General Motors, porque seguramente los obreros de todo el país tomarán su ejemplo y saldrán a pelear con fuerza renovada, para que en los futuros conflictos que se avecinan, la crisis la paguen las patronales. Desde el MST de Rosario vamos a seguir, como hasta ahora, a disposición de los compañeros para ayudarlos a triunfar. Es una realidad innegable... si ganan los trabajadores de General Motors, ganamos todos.
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