El presidente de Bolivia, Evo Morales, acaba de obtener un importante triunfo en el referéndum revocatorio del pasado domingo 10 de agosto. A pesar de eso, la derecha oligárquica controla los departamentos del oriente petrolero y rico también en otros recursos naturales. Los prefectos de Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija fueron confirmados con importantes porcentajes. Con la revocatoria de los prefectos opositores de Cochabamba y La Paz se logra frenar parcialmente la influencia de la derecha santacruceña. La polarización ha crecido y nada parece haber terminado en Bolivia: todo recién comienza.
No podemos analizar la situación boliviana como un proceso aislado de la realidad latinoamericana. Es una parte muy importante del dolor de cabeza del imperialismo y las burguesías y oligarquías de nuestro continente. Bolivia -como Ecuador y, con otras particularidades, Venezuela y Argentina- se ha caracterizado por una tremenda movilización del movimiento obrero, campesino, indígena y popular que ha derribado varios presidentes sin necesidad de ningún tipo de referéndums.Ese proceso ha llevado a Bolivia con Evo Morales y el MAS a ser un país políticamente independiente del imperialismo y a concretar importantes reformas en el Estado boliviano que lo han puesto ante los ojos del movimiento de masas como opositor a los intereses de la oligarquía y el imperialismo. Ejemplo de ello fue la renacionali-zación de algunas empresas del área hidrocarburífera, como las petroleras Chaco, Andina y Transredes y las plantas de refinado de Cochabamba y Santa Cruz. Esto le permitió al Estado recuperar un ingreso anual de más de 1.500 millones de dólares contra las migajas que le dejaban cuando estas empresas estaban en manos privadas. Todas estas medidas, aunque parciales y morigeradas en pactos con la burguesía, no dejan de ser vistas como un peligro por esta última y por el conjunto de la oligarquía y el imperialismo.
No podemos analizar la situación boliviana como un proceso aislado de la realidad latinoamericana. Es una parte muy importante del dolor de cabeza del imperialismo y las burguesías y oligarquías de nuestro continente. Bolivia -como Ecuador y, con otras particularidades, Venezuela y Argentina- se ha caracterizado por una tremenda movilización del movimiento obrero, campesino, indígena y popular que ha derribado varios presidentes sin necesidad de ningún tipo de referéndums.Ese proceso ha llevado a Bolivia con Evo Morales y el MAS a ser un país políticamente independiente del imperialismo y a concretar importantes reformas en el Estado boliviano que lo han puesto ante los ojos del movimiento de masas como opositor a los intereses de la oligarquía y el imperialismo. Ejemplo de ello fue la renacionali-zación de algunas empresas del área hidrocarburífera, como las petroleras Chaco, Andina y Transredes y las plantas de refinado de Cochabamba y Santa Cruz. Esto le permitió al Estado recuperar un ingreso anual de más de 1.500 millones de dólares contra las migajas que le dejaban cuando estas empresas estaban en manos privadas. Todas estas medidas, aunque parciales y morigeradas en pactos con la burguesía, no dejan de ser vistas como un peligro por esta última y por el conjunto de la oligarquía y el imperialismo.
Una situación revolucionaria aguda
Esto llevó a una polarización entre los sectores de derecha más reaccionarios, que aún tienen el control de inmensas tierras y otros recursos energéticos y naturales, y la clase trabajadora obrera, indígena campesina y popular que apoya al gobierno de Evo Morales. Es decir, en el presente proceso revolucionario boliviano subyacen aún las causas primera y última que llevan a la movilización revolucionaria del movimiento de masas: la pelea por salir de la miseria, la identificación certera de los responsables de ello y la confianza en la propia movilización. Como decía Lenin, “cuando los de arriba no pueden controlar como antes y los de abajo ya no quieren vivir como hasta ahora.”
El problema del poder
A pesar del importante triunfo a nivel nacional de Evo, éste no controla todo el país. Esto no es un detalle menor pues, consciente de ello la derecha amenaza -hay que ver hasta dónde puede concretarlo- con llevar al extremo sus ilegales cartas autonómicas para disputarle el poder al gobierno central de La Paz a como dé lugar. El prefecto del departamento de Santa Cruz, más allá del triunfo contundente de Evo a nivel nacional, manifestó su odio de clase al afirmar al término de la jornada electoral que “Evo Morales no pisa más el departamento de Santa Cruz” y que van a crear su propia policía y sus leyes para controlar todos los recursos económicos de la región, la más rica de Bolivia en tierras cultivables e hidrocarburos, además de manejar los impuestos. Y esto no es una simple expresión leguleya. Ya las bandas fascistas de estos profetas del odio burgués han impedido que Evo pueda hacer campaña en esos departamentos y provocado los incidentes que hicieron que se levantaran las visitas de los presidentes Chávez y Cristina Kirchner en Tarija por problemas de seguridad. Lamentablemente, Evo Morales no da indicios de querer imponer la autoridad del Estado y equivocadamente llamó, luego del referéndum, a la conciliación y la unión de los bolivianos con los personeros del odio burgués que defienden las enormes fortunas que amasan desde siempre y que fueron los que provocaron, y provocan el hambre y la miseria de la inmensa mayoría de la población trabajadora, indígena y campesina de Bolivia.
El imperialismo detrás de todo
Un chiste dice que en EE.UU. no puede haber un golpe de Estado porque allí no hay una embajada norteamericana. A nadie escapa que la mano imperialista está apoyando a la derecha racista de Bolivia. Fue denunciado públicamente hasta por un propio estudiante universitario norteamericano residente en Bolivia. Esta derecha que en su discurso contra el presidente Evo Morales y contra Chávez desnuda su posición de aliada del imperialismo, habla perfectamente inglés y desprecia su propia lengua y las de los pueblos originarios. Esta batalla no es sólo contra una burguesía vasalla del imperio, sino contra el imperialismo mismo en carne y hueso que no da puntada sin hilo y reinicia las operaciones de la IV Flota para navegar a gusto por los mares del Atlántico Sur.
La COB en escena
Uno de los hechos destacados de la semana anterior al referéndum fue la irrupción de la movilización de la Central Obrera Boliviana, la COB, que reclama una reforma al régimen de jubilaciones y pensiones para bajar a los 55 años la edad para jubilarse. El régimen actual es el mismo impuesto por los gobiernos liberales del pasado y que este gobierno no ha tocado aún. Esa huelga convocada pocos días antes del referéndum trajo consigo una división entre los trabajadores que, sumada a las acusaciones del gobierno a la COB de hacerle el juego a la derecha, hizo que fueran divididos al paro. Lo grave fue que el gobierno de Evo y el MAS reprimió salvajemente la movilización minera causando dos obreros muertos y decenas de heridos.Independientemente de la oportunidad elegida por los dirigentes de la COB para realizar ese justo reclamo, un gobierno que dice aspirar al socialismo no puede cometer un crimen de esta naturaleza. En el telón de fondo de este conflicto se puede ver la escenografía de un descenso en el nivel de vida de las masas que están soportando un crecimiento inflacionario que puede llegar al 15% este año. Si la derecha reaccionaria profundiza su enfrentamiento para quitarle el poder al gobierno de Evo, el gobierno tiene dos salidas: o enfrenta a la burguesía con verdaderas medidas de fondo para quitarles las riquezas en beneficio de la población trabajadora o pacta con ésta produciéndose así un desgaste que causará más sacrificio a la población trabajadora y pérdida, con destino incierto, de grandes sectores que por ahora lo siguen apoyando.
La locomotora y el maquinista
La victoria a nivel nacional de Evo y el MAS es una victoria del movimiento de masas boliviano y latinoamericano que también nosotros festejamos. Es un logro que frente a la derecha haya reafirmado su gobierno con 7% más de votos que en el 2005. Sin embargo enfrenta grandes peligros, como ya señalamos. El proceso revolucionario que se desarrolla en Bolivia es como un tren que avanza a tracción a sangre -la del movimiento de masas boliviano- pero que hoy no tiene un maquinista dispuesto a pisar el acelerador a fondo para que éste llegue a la estación Socialismo.Esa heroica movilización que décadas tras décadas realizó tal vez la más luchadora de las clases obreras, indígenas y campesinas del mundo no puede lograr por sí misma su redención como clases desposeídas. Tendrán que seguir avanzando en un proceso que es favorable en el actual marco latinoamericano, pero arduo en la búsqueda y la construcción de una conducción política firmemente revolucionaria.Los revolucionarios latinoamericanos tenemos una enorme confianza en la fuerza de la clase trabajadora boliviana y latinoamericana y vamos a respaldarla en este proceso, apoyando como hicimos por el Sí a Evo y el rechazo a la reelección de los prefectos de la derecha. Llamando a la unidad obrera, indígena y campesina para derrotarlos. Impulsando la solidaridad internacionalista para no aislarla y haciendo todos los esfuerzos para llegar a la estación de la Revolución Socialista.
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