La crisis capitalista no se detiene
Reproducimos una síntesis del informe de Sergio García al Comité Central del Movimiento Socialista de los Trabajadores, realizado el fin de semana pasado.
Sergio García
Queremos darle continuidad al debate sobre la crisis ca pitalista. Es un tema que venimos siguiendo desde que comenzó; tuvimos posiciones, escribimos y participamos de distintos eventos que abordaron el tema. Hoy los acontecimientos de Grecia y Europa están conmoviendo al mundo y son un nuevo episodio de la misma crisis. Hay que seguir la situación europea porque impacta sobre el movimiento de masas y al mismo tiempo aquí es tomada por el gobierno y la burocracia para impulsar su propia política. Es este el marco en que vamos a la importante reunión a realizarse en Venezuela el mes que viene, para avanzar junto a otras organizaciones y compañeros en una organización internacional, que entre otras cosas, pueda responder mejor a esta crisis y la oportunidad que nos abre a los revolucionarios.
Es indudable que Grecia es el centro del proceso de lucha. Por eso hemos escrito varios artículos de análisis y política, y dirigentes de nuestra corriente van a ir a Atenas en los próximos días. Desde esta ubicación, no hay que tomar a Grecia en sí misma, sino en el contexto que lleva a ese país a la situación que atraviesa hoy.
Una nueva etapa en desarrollo
Voy a comenzar por abordar algunos puntos que veníamos analizando. Se hace indispensable evaluar si estábamos en lo correcto o no. Desde el estallido de la crisis capitalista en Estados Unidos, a fines del 2008, caracterizamos sus causas, alcances y posibles perspectivas. En ese momento vimos que entrábamos en una nueva etapa, muy negativa para el capitalismo, lo que se dio en llamar “El Muro de Berlín de los capitalistas”. En nuestro VI Congreso hicimos una primera definición: se trata de una crisis sin precedentes, es sistémica, global, profunda, de larga perspectiva, prepara nuevos episodios y manifestaciones; está instalada en los países centrales y en ellos van a intentar que sean los trabajadores los que soporten el peso de su resolución.
Y hubo debates con los analistas burgueses y algunos sectores de izquierda que no lo veían tan así, lo que se reflejó en los eventos internacionales en que participamos, tanto en Latinoamérica como en Europa.
Hacia el interior de la izquierda mundial hubo otras expresiones que plantearon análisis parecidos a los nuestros, como Chesnais y otros intelectuales, no fuimos los únicos en hacer esta afirmación. Pero incluso entre los que compartimos esta visión hubo matices alrededor de la magnitud y las posibles respuestas burguesas. Por ejemplo, cuando fuimos invitados al Congreso del mandelismo en Bélgica, notamos que hubo importantes acuerdos generales pero que, en ese marco, el evento no giró alrededor de prepararse para un nuevo salto en la crisis europea. Más bien algunos compañeros opinaban que nosotros estábamos un poco acelerados. Nosotros los veíamos un poco por detrás. Son debates lícitos, entre revolucionarios.
Hoy, creemos que está más que confirmado que estábamos en el camino correcto. Hay momentos en que no hay grandes hechos de la lucha de clases y entonces puede haber compañeros que duden y repiensen si estuvo bien definir la crisis como lo hicimos, como el inicio de una nueva etapa, cualitativamente distinta a la anterior. Nosotros no tenemos esas dudas, más allá de los naturales vaivenes de la realidad, no nos sorprende lo que está pasando en el Viejo Continente porque venimos armados políticamente en la profundidad de la crisis.
No hubo recuperación y la crisis continúa
El año pasado hubo plumíferos a sueldo de la burguesía que se apuraron en afirmar que había empezado la recuperación económica y surgían “brotes verdes.” Más que un análisis de la realidad fueron expresiones de deseo tomando hechos puntuales, utilizados al servicio de intentar generar confianza. Pero la realidad supera cualquier especulación política. Lo que está sucediendo en la Eurozona no se ve hace décadas y excede a Grecia. Hay que estar abiertos a que más temprano que tarde haya otros países importantes que se encaminen a situaciones similares. Lo que domina, es la continuidad de la crisis económica, política, social y cultural mundial por encima de la realidad de tal o cual país.
Miremos al imperialismo yanqui. Tiene problemas tremendos. No están en el punto más crítico, cuando los indicadores económicos caían trimestre a trimestre, pero tampoco lograron dar vuelta la situación. Crecen un poco, vuelven a caer, no baja la desocupación, no hay creación de empleo, se multiplican los problemas sociales, hay más pobreza y miseria. No es un dato menor que EE.UU. tenga un déficit fiscal del 11%, con una deuda interna que llega al 62% del PBI y un pronóstico que supera la proyección del 100% para el 2013. Tampoco la pasan bien en el terreno militar, como se ve en Irak y Afganistán. En este marco el tambaleo europeo desespera a Obama, se vio claramente hace unos días, cuando les exigió a los gobiernos europeos que reaccionen urgente para evitar un desmadre total con impensables repercusiones en el mundo. Y allí esté Japón, la segunda economía mundial, con una situación similar a la de los yanquis. Es uno de los países que más retrocedió económicamente, con una deuda pública del 170% del PBI. China no está tan mal como Europa y Estados Unidos, pero hay un desaceleramiento de su economía y no logra crear el mercado interno fuerte que necesita para colocar su mercancía, que ya no entra con tanta facilidad en los mercados mundiales. Es cierto que está creciendo una clase media, pero también lo es que las desigualdades sociales se hacen abismales, lo que genera grandes contradicciones.
La hegemonía de EE.UU. está más cuestionada que nunca, pero se mantiene. No vemos posibilidades inmediatas de que China ocupe ese lugar ni lo comparta con los yanquis. Bien, este es el contexto global en el que hay que enmarcar la situación de Grecia, España y Portugal.
La instancia en que se decide el salvataje fue prácticamente una cumbre mundial de un fin de semana. Negociaban contrarreloj para llegar con una resolución antes de la apertura de la primera plaza financiera, en Asia, para evitar un derrumbe en cadena, como el que se había producido la semana anterior.
Las ayudas multimillonarias son salvatajes a los bancos que actúan como un misil a la línea de flotación de las arcas del estado. La supuesta salvación a Grecia es en realidad al poder financiero europeo que necesita cobrar la millonaria deuda. Usan un salvavidas para que no explote todo, pero es un salvavidas de plomo, porque la ayuda acarrea un alto endeudamiento. Es una rueda que lleva a que tengan que avanzar con nuevas medidas de ajuste sobre el movimiento de masas. Crean así el caldo de cultivo para convulsiones sociales. Prometieron poner 720 millones de euros para Grecia y Europa ¿y qué lograron? Que las bolsas dejaran de caer…por un día, porque siguieron cayendo como fichas de dominó. No nos tenemos que confundir, nosotros definimos una nueva etapa y sus perspectivas más generales, pero después hay coyunturas y no son siempre de convulsiones tremendas sino que expresan vaivenes y distintos momentos. Con todas las desigualdades que hay y tenemos que evaluar en cada momento. Tampoco tenemos una visión catastrofista, la falta de alternativa actúa para que tengan margen de maniobra. Pero creemos que lo fundamental es estar preparados para estas convulsiones y las perspectivas más globales.
Hubo sectores de intelectuales y militantes de izquierda que hace poco tiempo escribían que la respuesta social estaba muy por detrás de la realidad. Nosotros tenemos otra visión. Es evidente que Europa no está en la misma situación que hace unos meses, pero al mismo tiempo las medidas de ajuste se las quieren imponer ahora. Es en este momento cuando se puede evaluar si están por detrás o no. Las huelgas generales y las grandes movilizaciones están indicando una respuesta de luchas crecientes. Veremos hasta donde dan. Si es cierto que en EE.UU. no hubo un gran nivel de movilizaciones, esto no se puede negar. Aún así, nosotros no creemos que la relación de fuerzas mundial sea favorable al imperialismo, por eso no nos sorprendió Grecia y creemos que va a haber episodios similares y superiores, tanto en Grecia como en otros países. Hasta ahora las medidas de ajuste son anuncios y generaron una importante reacción, que se puede multiplicar cuando se intenten aplicar en forma efectiva y sostenida en el tiempo. Tenemos que ser concientes de la magnitud de los hechos europeos y las consecuencias que puede acarrear para el futuro del continente y el mundo. No está en cuestión sólo cómo salvar a Grecia y Portugal. Lo que tambalea es la Unión Europea como bloque y su moneda, el euro. Ambos pueden llegar a saltar por el aire.
El bloque y el euro en cuestión
La Europa que enfrenta esta crisis, en esta nueva etapa, viene de un armado de una etapa anterior ya superada. Post caída del Muro de Berlín y unificación alemana, proyectaron una ida tranquila hacia la Eurozona, con Alemania como motor, intentando mostrar un capitalismo pujante y dinámico en el mercado mundial. Ese proyecto del imperialismo europeo está muy mal. La Europa del plan Maastrich, más ordenada y conservadora, consumidora y exportador, en un grado de competencia con EE.UU. tambalea y se orienta hacia una realidad diferenciada entre países poderosos y otros pobres.
La UE tiene como norma que ningún país que la integra puede tener más del 3% de déficit fiscal con relación a su PBI, Grecia coimeó bancos y mintió para que le dejen pasar un déficit superior al que traía. Pero no es sólo Grecia, son pocos los países del Viejo Continente que pueden cumplir esta exigencia. El déficit va del 7 al 13% incluso en los países más importantes, es un problema global.
Los países están atados a una moneda única, entonces tampoco pueden resolver el problema devaluando la moneda, porque es la moneda de toda Europa. Hay unos 20 millones de trabajadores en la pobreza y una fuerte desocupación, por ejemplo en España, de acuerdo al sector social que se tome los “parados” van del 20 al 40%.
Tenemos que estar preparados para ver fenómenos nuevos, incluso un armado económico y político distinto si no logran resolver esta crisis. No es casualidad que los principales analistas burgueses analizan con pánico la posibilidad de que haya países que vuelvan a su moneda por fuera del euro.
Y por la crisis surge otro hecho nuevo. Para los países latinoamericanos es normal que el FMI intervenga y digite un plan de ajuste, pero para Europa no lo es. Es nuevo que el fondo apriete allí, en general son los países centrales los que en acuerdo con el FMI proyectan los ajustes sobre los países pobres de otros continentes. Ahora es el FMI el que se mete para ayudar a resolver la crisis capitalista a costa de liquidar conquistas históricas de años de los trabajadores europeos e imponer sus condiciones salvajes.
Ajuste, luchas y nuevos fenómenos políticos
Esta situación recién está arrancando. Van a intentar liquidar conquistas sociales. Quieren sacar aguinaldos, bajar sueldos, jubilaciones y pensiones, aumentar el IVA y otros impuestos, privatizar, elevar la edad jubilatoria y otras medidas antisociales. Cuando lo intentaron en los ´90 y 2000 hubo respuesta obrera. Ahora hay que estar preparados para que las luchas se multipliquen. Ya se ve el malestar y aunque las centrales estaban enfeudadas con los gobiernos, como es el caso de las centrales españolas con la socialdemocracia de Zapatero, la situación las obligó a convocar a una huelga general. Como hace Cristina con Moyano, les venían dando plata a las centrales para mantenerlas dóciles, ahora ese margen de maniobra se achica drásticamente. Sin olvidarnos que los ingleses también tienen problemas, los laboristas un poco que se corrieron y dejaron que los demás hagan alianzas, en ese sistema arcaico y reaccionario que tienen para elegir gobierno.
Por la tradición y el peso de la clase obrera europea y ante la magnitud del ataque se pueden abrir procesos políticos en otros importantes países capitalistas. Hubo elecciones en Renania y Die Link sacó 11 diputados. En Portugal también hay un bloque de izquierda con una importante representación.
No es todo igual, algunos son procesos de izquierda y otros combinados con sectores reformistas. EN Francia puede abrirse una nueva oportunidad para el NPA, y desde ya en Grecia la izquierda radical puede avanzar. Ese proceso tiene espacio para avanzar, algunos serán más anticapitalistas que otros, pero de conjunto reflejan el inicio de cambios políticos. Va a haber más oportunidades para construir movimientos radicales y nosotros tenemos que intervenir y ligarnos también en el terreno internacional como lo venimos intentando. Hago también un alerta, al crecer la polarización van a surgir tendencias fascistas, racistas, y se van a extender. En los picos de crisis se polariza, adquiere peso la izquierda y también algo de espacio para estos sectores. Los que más complicados quedan son la socialdemocracia, que encima gobierna varios países y tiene que ajustar. Pero el hecho es que en crisis profundas, quien no tiene respuestas claras y de fondo queda mal ubicado en la situación.
Yendo a las perspectivas, este nuevo episodio de crisis no termina en quince días o un mes sino que vamos a todo un periodo con manifestaciones y expresiones diversas, lo que coloca la tarea permanente de viajar, relacionarse y apoyar los procesos que surjan. Y por supuesto a nuestros compañeros en Europa. Está todo abierto y hay que seguir si gana o pierde Grecia, que es un país con tradición de lucha y viene de enfrentamientos y procesos fuertes, no es un país central, pero es combativo.
Y pasan cosas nuevas en su interior, hay una ruptura tremenda con la socialdemocracia del PSOK que no es algo menor, es la socialdemocracia, que es un actor fundamental de la vida europea. El rol de la socialdemocracia cuando hay crisis es terrible, actúa como agente del régimen y el sistema. En Grecia cuando los dirigentes sindicales de la socialdemocracia intentan hablar son totalmente repudiados. En España se pude ir a un proceso similar, no es Aznar y el PP sino el PSOE el que ajusta. Las crisis del los partidos comunistas y la socialdemocracia abren grandes oportunidades.
Y comienza a irrumpir la clase obrera. Con Grecia hay comparaciones inevitables con Argentina, pero es más profundo por las huelgas generales, por la nueva etapa que determina todo en una magnitud superior. Además, todos saben que la deuda griega centralmente a los bancos franceses y alemanes no se puede pagar.
En Grecia hay movimientos en la izquierda en sus distintas expresiones y allí los medios están haciendo campaña contra la izquierda radical que cumple un rol en la lucha. Lo mismo pasó acá en Kraft y el subte, cuando la izquierda fue atacada por apoyar e impulsar esos procesos. Ahora vienen momentos importantes. ¿Hasta dónde va a avanzar el ajuste? ¿El gobierno aguanta o cae? ¿Podrán derrotar a los trabajadores o no? Son algunos de los interrogantes que están planteados. Para liquidar las conquistas e imponer la superexplotación tienen que derrotar categóricamente al movimiento de masas en los bastiones más importantes de la clase obrera y no parece que los gobiernos y el imperialismo estén en condiciones de lograrlo. Va a haber un proceso largo. Es importante el resultado de Grecia, sabiendo que puede ganar o perder, pero el proceso va a seguir.
El programa y la construcción de partidos y alternativas
Tenemos que prepararnos para que haya repercusiones en otros países, entre ellos Argentina. Y acá hay que desenmascarar la falsedad K. Ellos toman distancia del ajuste griego. La verdad es que no aplican acá un ajuste clásico porque no tienen condiciones de hacerlo después del Argentinazo. Tampoco puede hacerlo la oposición, ya que el pueblo reaccionaría con toda la fuerza. El gobierno lo sabe, por eso ajusta vía la inflación y no con las recetas tradicionales. La conquista de haber hecho el Argentinazo es la que imposibilita que en nuestro país apliquen paquetazos clásicos. En Grecia si cayera el PSOK, un gobierno de recambio tampoco podría ajustar ya que asumiría condicionado por el pueblo.
Por todo esto reafirmamos que a las luchas y procesos políticos tenemos que llevar las propuestas de fondo, transicionales, anticapitalistas que están más vigentes que nunca. Porque no hay salida sin salirse de los marcos de los organismos internacionales, sin atacar el poder financiero y transnacional y sin recuperar todas las riquezas para ponerlas en manos y bajo control de los trabajadores y los pueblos. A la par se impone fortalecer la propaganda anticapitalista y los planteos por nuestra salida socialista, única forma de empalmar con una inmensa vanguardia que va surgiendo en estos procesos. Aunque no somos facilistas y sabemos que todo necesita mucho esfuerzo, vemos que se siguen abriendo muy buenas posibilidades para la construcción de partidos revolucionarios y también de alternativas amplias desde la izquierda, porque la crisis del sistema y de las viejas direcciones reformistas deja lugar para impulsarlas.
En este marco se hace muy importante la convocatoria de junio en Venezuela para comenzar a poner en pie una nueva organización internacional con todos los que estén dispuestos a avanzar. Que pueda vivir con diferencias, en el marco de un trabajo internacional mancomunado. Desde esta organización, tenemos que actuar fuerte en Latinoamérica y también sobre Europa, sacando una nueva revista para expresar las posiciones y los procesos tanto latinoamericanos como europeos en base a la intervención concreta.
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