Publicamos parte de una larga entrevista a Alejandro Bodart, coordinador nacional del MST y dirigente de nuestra corriente internacional. Alejandro, ¿Cuál es la magnitud de la crisis capitalista?
Casi todo el mundo reconoce que esta crisis sólo es comparable con la de principios del siglo XX. Tal vez sea peor aún. Aunque la crisis económica ya se ha descargado en casi todo el mundo, lo peor todavía esta por verse: despidos masivos, hambrunas generalizadas en distintos puntos del planeta, aumento de la destrucción de la naturaleza, crisis energéticas y alimentarias, miseria y marginalidad como nunca vimos, no sólo en países semicoloniales como el nuestro, sino en los países centrales, donde comenzó la crisis, como EE.UU. y los de la comunidad europea, etc.
Hay un ángulo poco abordado, el de las consecuencias políticas ¿Qué opinas al respecto?
Aunque la crisis todavía está en pleno desarrollo, ya se pueden vislumbrar algunas tendencias generales: la crisis generará grandes luchas y revoluciones. Y algo fundamental: la posibilidad de un avance cualitativo en la conciencia de millones de trabajadores y sectores populares. Las consecuencias políticas serán similares o superiores a las que se dieron a principios del Siglo XX, cuando a partir de la primer gran crisis económica, el grueso de la clase obrera a nivel mundial se hizo marxista. Hubo luchas tremendas, el primer estado obrero, dos guerras mundiales y en un tercio de la humanidad se terminó expropiando a la burguesía. Hace unos cien años que el capitalismo dejó de ser progresivo y de desarrollar las fuerzas productivas. Fue a partir de esa realidad que la clase obrera en todo el mundo se hizo primero socialista y luego comunista. En nuestro país, los obreros no fueron siempre peronistas como se les intenta hacer creer a los trabajadores. Desde mucho antes, la clase obrera mayoritariamente era socialista y comunista. Pero por el rol del estalinismo y la socialdemocracia, la clase obrera ha retrocedido desde ese período. Lo nuevo es que se esta gestando un cambio que puede posibilitar la recuperación de ese tiempo perdido.
¿Cómo definís lo que está sucediendo?
Más allá del nombre, yo personalmente creo que estamos entrando en una nueva etapa mundial. Lo que se viene es distinto a todo lo visto desde el 89 hasta hoy. Por supuesto, hay hilos de continuidad, pero lo más destacado son los cambios que comenzaron y se van a profundizar. Son cambios de calidad. La crisis económica está íntimamente ligada al desarrollo de la lucha de clases. No se explica semejante crisis si además de las causas económicas, no le ponemos el otro condimento: la burguesía no pudo descargar sobre el movimiento de masas la cuota de explotación suficiente como para permitirle evitar lo que está sucediendo. La debacle económica del sistema capitalista es fruto de la resistencia y lucha encarnizada de los trabajadores de todo el mundo. A partir de la caída de la URSS y los países del Este de Europa se discutía si la incorporación de nuevos mercados le permitiría al imperialismo dinamizar la economía mundial y alejar por décadas la posibilidad de nuevas crisis. No tuvimos que esperar muchos años para ver este desplome general, que confirma una caracterización de nuestra corriente que fue muy discutida por la izquierda mundial: que la caída del estalinismo no fue una derrota sino un triunfo. Fuimos una de las pocas corrientes a nivel mundial que hicimos esta definición en ese momento. Y esto creo que tiene una unidad con la realidad actual porque a partir de ese momento se desplomó el orden mundial establecido luego de la Segunda Guerra Mundial a partir de Yalta y Postdam. Al caer el estalinismo, el imperialismo se quedó sin esa colaboración y tuvo que absorber en soledad las luchas y las crisis. Hoy se ve con claridad cómo le ha ido.
¿Qué opinas del período que se abrió en el 89 con la caída del muro?
La gran contradicción fue que con la caída del estalinisno no se fortaleció una dirección revolucionaria, ni en el período inmediato ni en los años siguientes. Es más, el imperialismo pudo rearmarse lanzando una contraofensiva económica conocida como neoliberalismo y, fundamentalmente ideológica, con la cual logró meter en la cabeza de millones la idea de que el socialismo había muerto y que no había otro sistema que no fuera el capitalismo. Fue así como surgieron los defensores de un supuesto “capitalismo humanizado”. También surgieron nuevas corrientes reformistas y se fortalecieron viejas. Nosotros, a todo esto, le dimos muy poca importancia en todo este tiempo. Fuimos unilaterales. En el afán de responderle a las corrientes escépticas y liquidacionistas que hicieron pie en nuestro país y el mundo, vimos sólo lo positivo y no los elementos contrarres-tantes. Nos preparamos para que luego de un primer período mas contradictorio se diera un segundo momento de mayor claridad y avance de direcciones revolucionarias y esto no sucedió. Es evidente que a nivel de la conciencia en el movimiento de masas primó la confusión y ello dificultó la creación de organizaciones revolucionarias con peso de masas. No impedía ni la existencia, ni las posibilidades de avanzar en la construcción de partidos, porque al no haberse producido una derrota y al debilitarse todos los aparatos, cada día se planteaban oportunidades para crecer. Pero junto con esto, el movimiento de masas mayoritariamente fue ganado por la idea de que la revolución y nuestras propuestas eran utópicas. Esto, en cierta medida, actuó como un nuevo dique, como en su momento lo había sido el estalinismo o el nacionalismo burgués, separando a los revolucionarios del movimiento de masas.
¿Fue una etapa de fortalecimiento de los reformistas?
Si, pero relativamente, ya que ninguna organización reformista logro enraizarse en el movimiento de masas, como sucedió en otras épocas. Sin embargo es un hecho que por ejemplo, a nivel electoral, la socialidemocracia y la centroizquierda en todas sus variantes tuvieron un momento de auge. Ante la fuerte campaña sobre el fracaso del socialismo y la incomprensión del significado de lo que pasaba, incluso muchos sectores de la izquierda retrocedieron políticamente. Algunos se hicieron completamente oportunistas, reformistas. El Foro de Porto Alegre, que surgió unos años después, fue la cuna de un nuevo reformismo. De los que propagan-dizaban que “otro mundo es posible” sin derrotar al capitalismo. En un principio incluso se fortalecieron Marcos, los zapatistas, y todas las corrientes horizontalistas que se encargaron de propagandizar la teoría de la “no toma del poder”.
¿Cómo se expresó todo esto en las corrientes revolucionarias?
Los que estamos militando desde mucho antes de ese momento notamos un cambio. La militancia e incorporación de nuevos compañeros se dificultó. Un elemento positivo fue que el odio a los aparatos que se generó en ese momento, tuvo su reflejo en que los partidos burgueses y reformistas sufrieron una pérdida cualitativa de militancia que no han podido revertir. Pero también hubo un elemento negativo, ya que se perdió la perspectiva de lucha por un modelo y una salida alternativa al capitalismo. Eso dificultó la militancia en la izquierda, hizo que crecieran los que propagandizaban posturas “antipartido”. Los avances en la construcción se hicieron lentos y por momentos muy tortuosos, no exentos de crisis y retrocesos. Muchos de estos problemas de construcción no podían solucionarse por más voluntarismo que se pusiera al asunto. Existían problemas objetivos que dificultaban, sin llegar a impedir, la construcción de fuertes partidos revolucionarios.
Creo firmemente que la novedad fundamental es que esa etapa de confusión está concluyendo. Ahora, a diferencia de lo que pasó en el 89, con la enorme crisis económica que estamos presenciando “el muro que se está cayendo es el del capitalismo”. Y esto va a tener seguramente consecuencias muy grandes y positivas a nivel de la conciencia, no sólo en la lucha de clases, donde tenemos que prepararnos para más revoluciones y conmociones. Luchas hubo durante décadas y va a seguir habiéndolas, incluso se van a intensificar y extender. Es más, no podemos descartar fuertes confrontaciones ínterburguesas, motivadas por la necesidad de un nuevo reparto del mercado mundial, de sectores desplazados, etc. Pero, lo distintivo, lo nuevo de la etapa que se inicia, será el cuestionamiento al modelo capitalista que nos ha llevado a la brutal crisis que padecemos y esto volverá a poner en el centro del debate, en un tiempo relativamente corto, la necesidad del socialismo, no sólo en círculos ultra reducidos de la vanguardia, sino en franjas cada vez más extendidas del movimiento de masas. Creo firmemente que en esta nueva etapa las confusiones de la etapa anterior se irán despejando, lo que abrirá grandes oportunidades de construir alternativas revolucionarias de masas.
Sos optimista…
Así es. Entramos en una etapa muy similar a la que se dio a principios del siglo pasado. Donde a partir de una gran crisis económica y el aceleramiento cualitativo de la lucha de clases, se produjo un avance descomunal en la conciencia de millones y surgieron corrientes y tendencias de todo tipo que empezaron a plantearse la necesidad de un cambio de sistema. Y en ese marco los revolucionarios se hicieron fuertes, primero en el marco de la socialdemocracia y la II Internacional, y luego a partir del Partido Bolchevique y la III Internacional. La clase obrera a nivel mundial desplazó a las corrientes burguesas y la discusión se instaló entre revolucionarios y reformistas, pero partiendo de que el marxismo se hizo de masas. Creo firmemente que se está volviendo a abrir un momento similar.
¿Cómo evaluás la situación de los aparatos burocráticos?
Al principio del siglo pasado no había una experiencia con los aparatos contrarrevolucionarios como la que existe hoy. El stalinismo que surgió en la Unión Soviética se extendió a toda la III Internacional y se fortaleció mundialmente al finalizar la 2º Guerra Mundial, pasando a jugar un rol determinante, para evitar que las masas derrotaran completamente al imperialismo. Hoy esa losa mundial ya no existe y no fue reemplazada por otro aparato de alcance planetario. Lo nuevo de la etapa que está comenzando, es que se cae a pedazos un ideario: que el capitalismo es el único sistema posible. Esto se está instalando en la cabeza de millones de trabajadores y sectores populares y más temprano que tarde esta idea, va a evolucionar y ayudar a que surjan corrientes de masas que se planteen que hace falta otro sistema. Lo grandioso, es que ésto se combina con una experiencia enorme del movimiento de masas hecha sobre los aparatos. Y esto es una cosa tremenda, porque no hay aparato que se pueda poner fácilmente en pie para interponerse en el camino de los revolucionarios, a diferencia de lo que pasó a principios del Siglo XX, donde, como ya hemos dicho de un triunfo revolucionario enorme como fue la creación del primer Estado Obrero, y luego la expropiación de la burguesía en un tercio de la humanidad, sobrevino el fortalecimiento del aparato más siniestro que se conozca: el stalinismo.
¿Qué expresiones concretas de nuevos fenómenos políticos resaltarías?
El surgimiento y rápido fortalecimiento del NPA en Francia, del PSOL en Brasil, del nuevo partido en Polonia, o de Marea Socialista en Venezuela por ejemplo. Son una muestra clara de lo que se viene. Su existencia sólo se explica en el marco del debilitamiento de los viejos aparatos burocráticos políticos y sindicales. Y tenemos que abrirnos la cabeza a que esto puede surgir con más fuerza en todos los rincones del planeta.
Pero no todas las hipótesis son a favor…
No, para nada, hay una dura pelea en curso. El imperialismo y la burguesía van a intentar recomponer el sistema, recrear nuevas mentiras políticas e ideológicas a escala mundial y van a pelear a brazo partido para que el sistema capitalista no desaparezca. El capitalismo no va a caer por sí solo, no somos catastrofistas. No se va a caer si no hay una dirección revolucionaria que acaudillando las luchas obreras y populares lo derrote. Y cuidado, si esto no sucede, se puede involucionar hacia un sistema de mayor superexplotación, destrucción del planeta, hambre y miseria generalizadas. Nunca como ahora ha estado planteada la disyuntiva de socialismo o barbarie. La cuestión es que lo van a tener que intentar hacer en peores condiciones que en la etapa anterior por todo lo que expliqué antes. Aunque lo intentan, no logran derrotar en forma definitiva a los trabajadores y pueblos del mundo que siguen luchando.
¿Pensás que la nueva etapa ya configuró todos sus perfiles?
No, estamos en sus inicios. Tal vez tengamos claridad absoluta de las hipótesis que planteo recién dentro de cuatro o cinco años. En esto hay dos peligros: uno es tener caracterizaciones totalmente cerradas sobre un período que recién está comenzando. El otro es no ver los cambios que ya existen, que ya se están produciendo y no plantear hipótesis sobre las perspectivas. En el camino de los partidos revolucionarios que realmente quieren ir hacia las masas, intentar prever es clave. El arte de la estrategia revolucionaria, es acertar mucho antes de que todo sea evidente para cualquiera, poder prever las grandes tendencias de los acontecimientos. El que acierta en esto puede definir una política y una orientación audaz y correcta para llegar a las masas y pegar un salto hacia la construcción de un gran partido nacional y mundial en la etapa que se está abriendo. El que se equivoque puede desaparecer.
¿Al reformismo “se le viene la noche”?
En esta etapa van a tender a retroceder. No sólo la socialdemocracia y las vertientes de la centroizquierda. Va a retroceder Chávez si no profundiza la revolución, porque la crisis capitalista achica la escala de los “grises”. La revolución bolivariana, que fue un punto de avance tremendo de la etapa anterior, va a entrar rápidamente en una disyuntiva: o avanza en medidas de expropiación y otras que quieren los trabajadores y el pueblo venezolano o “transa” con la burguesía local y el imperialismo y, en consecuencia, retrocede dramáticamente. En Ecuador, Bolivia y también en Cuba va a pasar lo mismo. Todas las organizaciones, sean políticas o sociales, gobiernen o no, se van a tener que replantear hacia dónde quieren ir. Muchas van a desaparecer o retrocederán aún más. Algunas van a cambiar positivamente. Y nosotros tenemos que estar abiertos para intentar empalmar con todos los que tomen un rumbo positivo, aunque no asuman inicialmente la totalidad del programa revolucionario que nosotros proponemos.
¿Cuál es la política para enfrentar la nueva etapa?
Se pondrá a la orden del día el programa de transición. Nosotros venimos respondiendo como centro contra los gobiernos de turno y sus medidas antiobreras y eso va a tener que seguir siendo así, siempre los gobiernos son muy importantes en la ubicación del programa. El Argentinazo del 2001 incorporó con mucha fuerza el problema del régimen político. También en Venezuela, Bolivia y Ecuador se puso el régimen en el tapete, tanto que terminaron convocando a Asambleas Constituyentes para reformarlo. Ahora junto con todo esto también tenemos que empezar a plantear respuestas al problema del sistema. No se trata, desde ya, que saquemos como conclusión que el centro de nuestra actividad es hacer propaganda cotidiana por el socialismo, como haría una pequeña secta. No se trata de ir mañana a la fábrica, a la oficina o al barrio a decir: “sin socialismo no hay solución a ningún problema”. Como siempre, hay que seguir respondiendo en primer lugar a los problemas más sentidos de los trabajadores o sectores populares y teniendo políticas y orientaciones especificas. De lo que estamos hablando, es de la necesidad de darle mucha más fuerza en la agitación y propaganda a nuestras salidas transicionales, a las propuestas de fondo. Por ejemplo, tenemos que levantar la necesidad de prohibir por ley las suspenciones y despidos, pero junto con esto plantear que las empresas que no cumplan deben ser nacionalizadas y puestas a funcionar bajo control de sus trabajadores.
En relación al socialismo, ¿Cómo ves plantearlo?
Junto con todo lo anterior, también necesitamos comenzar a levantar propagandisticamente, la necesidad de luchar por un mundo y un modelo de país distintos. Comenzando por explicar algo que todos van a ir viendo a medida que avance la crisis: que con el capitalismo sólo nos esperan más penurias. Por lo cual es la hora de luchar por una salida anticapitalista. Junto con esto estamos obligados a pensar cuál es la mejor forma de plantear por la positiva el modelo socialista por el que luchamos. No hacia un pequeño puñado de personas, sino hacia amplios sectores de vanguardia y de masas. Hay que arrancar de los debates y planteos que hay hoy en la realidad. En ese sentido creo que la consigna de “Socialismo del Siglo XXI” es genial. Es muy útil porque permite diferenciar claramente nuestro planteo socialista de lo que fue el “socialismo estalinista” por un lado y el de la socialdemocracia por el otro. Aunque en la explicación es necesario darle un contenido diferente al que le da Chávez, el creador de esa formulación. Nosotros defendemos la necesidad de expropiarle a la burguesía los medios de producción y de cambio, un régimen basado en la más amplia democracia obrera y popular, sin privilegios para los que llegan al poder y, fundamentalmente, internacionalista; es decir, considerando que el enemigo es el mismo en todo el mundo: el imperialismo y el sistema capitalista.